08

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Joaquín

Mis dedos reaccionan cuando lo toco, mi cuerpo se está congelando aquí afuera y mis dedos se adormecen al sentir el metal del arma sobre mis manos.

La miro con susto, no la quiero, no quiero tenerlo en mi manos ni menos cargar con ella. Pero no puedo deshacerme de ella, debo tenerla hasta acabar con esto, con la inigualable clase de tiro.

— ¡Esto, señores, es el amor de su vida! ¡Cuídenla y respétenla siempre!

La voz gruesa del sargento me quita de mi subconsciente, estamos bajo cero y solo nos dejaron usar una camiseta y un short, estoy cagado de frío.

— ¡Todos en fila! ¡Apuntarán y el que falle, castigo! —frente a nosotros hay una tabla gigante donde hay un punto blanco, ese es el objetivo.

Todo el escuadrón nos ponemos en fila, quedo último. Delante mío está Cody y delante de él, Nico. Observo a Garret tirar casi al blanco, sin embargo el sargento lo felicita de todas formas, luego pasa Lucky, le cayó a la tabla pero estuvo demasiado lejos del blanco, lo mismo ocurrió con Thomas y Robert; con Ben fue distinto ya que le apuntó al blanco de pura suerte, ya que un chico gritó y lo desconcentró, haciendo un perfecto tiro. Nicolás es el peor hasta ahora –y sé que es hasta ahora porque luego vengo yo–, tiró lo más lejos del blanco pero dio al objeto, Cody es el que estuvo más cerca luego de Ben, dejando a Garret con la mandíbula apretada y la cara roja.

Y ahora yo, mis manos temblorosas direccionan el arma hacia la tabla gigante, siento cada latido de mi corazón y todo se vuelve lento. Escucho a lo lejos las quejas del sargento por mi demora. Respiro hondo y apunto, aún temblando, disparo.

Las risas de Garret y Robert me hacen sentir fatal. La bala no ha siquiera llegado a la tabla. Lo he hecho asqueroso y tendré un castigo por eso.

—Bien hecho, Hudges. Como siempre, ¡Una decepción! ¡Venga conmigo!

Lo sigo en silencio, pensando que me llevará hacia la oficina de mi padre donde se quejará y pedirá que me saquen del escuadrón, entonces mi padre estará de acuerdo con él en qué soy un asco sin embargo, no dejará que me saque del escuadrón. Pero, en cambio, me lleva a las duchas, y estoy de alguna forma me asusta aún más.

—Hudges, ¡Eres un bueno para nada! —me escupe en la cara con total furia, entiendo que esté furioso, yo igual estaría furioso si tengo que entrenar a unos idiotas y uno de ellos es un asco para todo.— ¡Te doy un día! Un día para que apuntes al blanco, y si no lo haces —su mirada amenazante me aterra totalmente, su expresión transformada y su voz áspera no se quedan atrás.— te encerraré en una maldita celda, donde no comerás ni beberás nada por cuatro días, ¡maldito hijo de perra!

Me mantengo en silencio mirando al suelo, y es que de verdad estoy asustado, todo este lugar me aterra, este señor, no encajar, las burlas, mi padre, todo me aterra. Yo me aterro.

—Tú padre no es más que un creído de mierda, —esta vez alzo la mirada.— si él es un hijo de puta conmigo, yo también seré un hijo de puta contigo.

Y pasa por mi lado chocándome con su hombro en el pecho. ¿Acaso esto se trata de simple venganza? Pues es una puta injusticia, porque no es mi culpa que él sea mi padre.

—Si en algo estamos de acuerdo, es que mi padre es un hijo de puta.

Digo al aire, tal vez esperando que haya escuchado, tal vez no. No me importa.

Respiro hondo una vez estoy cien por ciento seguro de estar solo y me tiro al suelo, me restriego la cara con las manos y apoyo mi cabeza y espalda en la pared. Mis manos tiemblan un poco, y es que de verdad estaba muy cagado. Pero ahora solo me causa gracia, comienzo a reír nervioso y ansioso.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora