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Joaquín

Bésame.

Nuestros labios se mueven al compás del otro, entre nosotros habita un aire deseoso, sin restricciones ni arrepentimientos. Mis manos en su piel tocan descaradamente y jalan su cabello suavemente. El beso no se detiene, nuestros labios no se cansan y no nos separamos en ningún momento, danzamos juntos, compartimos nuestros secretos, nuestras verdades y misterios a través de este beso, un sello para ambos.

O eso pudo haber pasado. Pero no.

En cambio, lo tengo frente a mí, el sol llega directamente a su cara, sus pestañas revolotean en sus mejillas doradas y filudas, su piel brilla como si fuese oro. Su nariz recta respira suavemente y sus labios no muestran expresión alguna, atrayendo de igual forma mi atención, y su mandíbula se mantiene estática, quieta, no mueve ni un solo músculo.

Sus ojos juguetean desde mis ojos a mis labios reiteradas veces.

Me ha pedido que lo bese. Y lo ha dicho tan bonito, íntimo y dulce que sería triste que no fuera real.

Y cuando estaba por dar el siguiente paso, por enredar mis manos en su cuello y apresar sus labios en los míos, para cumplir con mi parte del trato. Cuando estaba por darle el beso que, de alguna forma, también me ha entrado un tipo de deseo por cumplirlo, Emilio se me adelanta, pero no de la forma que yo hubiese esperado.

—Wey era puro pedo. —oh...— Hubieras visto tu cara.

¿Qué tenía mi cara? Tal vez mi cara de estúpido porque en verdad iba a besarlo... que idiota soy.

¿Emilio Blissett pidiéndome un beso? Y yo me lo creo, si es que soy un idiota. Quiero golpearme con una roca en la cara por pensar por un momento que lo decía en serio.

— ¿Entonces qué quieres? —he sonado más irritado de lo que esperaba. Pero es que estoy enojado, me ha gastado un mala broma, y ni siquiera se ha dado cuanta que estoy enfadado.

—Una salida.

Asiento sin ningún ánimo, — ¿A dónde?

—Al cine. —muevo la cabeza en señal de asentimiento.— Bien... ¿Estás bien?

Las ganas de agarrar una piedra y tirársela a la cara me tientan.

— ¿Qué crees tú?

—Ya... era un broma, no te sientas incómodo. No quiero besarte. —su tono indiferente solo me enfurece más.

—Bien, porque yo tampoco quiero besarte.

El silencio nos envuelve, consumiéndonos en una incómoda burbuja de la cual suplico salir. Decido tragarme todo, porque sé que en el fondo no lo ha hecho con mala intención.

— ¿Y qué película iríamos a ver? —pregunto con un tono jovial, logrando que su expresión se ablande.

—La que tú quieras.

—Una de miedo. —le muevo las cejas para que sonría, y en efecto, lo hace.

—De miedo será. —concluye alzando su mentón y mirando al cielo.— Se siente tan agradable este lugar, y que estés aquí conmigo solo lo mejora.

Logra hacerme sonreír mostrando hasta las muelas y poner mi orejas rojas. Le golpeo el brazo con el puño, sin siquiera aplicar fuerza.

— ¿Te tragaste un poeta? —me sonríe sin despegarme la mirada.— Pero concuerdo contigo, en realidad, cualquier cosa me gusta más cuando estoy contigo... bro.

Si, he agregado el bendito bro solo para evitar malintencionados que nos harían pasar un mal rato, evitándome el dolor si Emilio se alejase por alguna confusión sobre mis sentimientos.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora