E p í l o g o

1.5K 200 113
                                    

Muevo cuidadosamente el anillo que envuelve mi dedo anular.  La saco de este mismo y lo miro más de cerca.

"En esta vida y en la siguiente".

Está grabado en la parte interior del anillo. No puedo evitar sonreír cada vez que lo leo, como si me renovara por completo con solo leer esas siete palabras.

Es lo que más me entretiene últimamente, mirar este precioso anillo que llevo todos los días sin falta en mi dedo. Se ha vuelto parte de mí, sin él no me siento yo mismo, como si me quitaran una pequeña pero importante parte de mí.

Mi móvil me saca de mis pensamientos, el nombre de Renata se hace presente en la pantalla.

— ¡Ren! —grito alargando la "e" para demostrar mi felicidad al recibir su llamada.

— ¡Joaco! —alarga la "o" y nos largamos a reír por nuestra propia estupidez.

Últimamente hemos hablado mucho, me cuenta como van las cosas allá y yo le cuento sobre las mías.

— ¿Cómo está?

Sé que cualquiera que me escucharía lo primero que haría sería darme un golpe en la cara por preguntar por el bienestar de un señor que en su momento me causó daño. Pero a este punto, donde ha pasado casi un año desde que se fueron, no siento ningún tipo de rencor, dudo haberlo sentido en algún momento. Y aunque no hemos hablado ni una sola vez, la verdad es que me hace sentir muy bien el saber que está bien.

—Pues bien, trabaja siempre y me cuida mucho. —Adoro oír lo último, saber que es muy protector con ella siempre me ha dejado dormir sin miedos o preocupaciones. — ¿Y Emilio?

Una sonrisa me golpea la cara, —Bien... estamos muy bien.

Hablamos por media hora más hasta que tiene que irse, no puedo evitar hacer un puchero cada vez que debemos despedirnos, no poder abrazarla y besarle la frente me deja con un dolor en el pecho absorbente. Sin embargo, sonrío hasta que cortamos la llamada, pero apenas dejo el móvil a un lado dejo caer mi cara en la mesa frente a mí.

—Chulo.

Sus brazos me envuelven por completo, me estremezco por el cosquilleo y sonrío alzando la cabeza para apoyarla en su hombro.

— ¿Ya debemos irnos? —Asiente alzándome de la silla. — ¿Y si les decimos que me duele el trasero y mejor nos quedamos viendo películas?

Ríe y como respuesta me carga hasta la puerta, durante el ascensor y hasta el estacionamiento donde está su nuevo auto que logró comprar con sus ahorros -y dinero prestado de su padre- hace cuatro meses.

Reímos y cantamos durante el camino a casa de André. Los exámenes para la universidad ya han pasado, la mayoría de nosotros ya hemos recibido nuestros resultados. Y André ha querido hacer una pequeña junta para celebrar nuestros últimos meses juntos y de adolescentes sin responsabilidades.

Saludamos a todos una vez que llegamos, el ambiente es completamente acogedor, es genial ver como André se ha adaptado más al grupo y los chicos ahora se la pasan bien con él y Nico. Ahora Emilio y Nicolás hablan más, lo que me alegra completamente.

Puedo ver a cada uno de los chicos, todo ríen, todos somos felices en estos momentos.

Me paro en medio de la sala, teniendo vista de cada uno de los chicos, los veo reír, los veo jugar, hablar, sonreír, los veo ser felices. Verlos disfrutar de la vida, de los pequeños detalles y de estos momentos me hace tan feliz.

Veo como Diego, Alex y Emilio juegan a ver quién se bebe la cerveza más rápido, riendo y botando todo al suelo; sonrío guiando mi mirada ahora hacia André, quien está sentado junto a Nicolás. Puedo ver cómo, con notable timidez, toma la mano de Nico para entrelazarla, quien con una nueva sonrisa en su rostro se la entrelaza; ambos evitan mirarse pero ahí están, sintiendo cosas nuevas, tímidos, tal vez incluso enamorados.

Al mirar hacia al lado puedo ver a un chico, sus rizos largos, de contextura delgada y ojos brillantes. Me veo de una manera completamente distinta que hace dos años atrás. Soy una persona completamente distinta, he aprendido cosas nuevas, he aprendido lo que es el valor de la vida misma, el saber callar cuando se debe y hablar cuando no, poder defender lo que soy y lo que siento. He aprendido a amar de la manera más pura que me sale.

Aprendí a ser yo mismo y fue lo mejor que me pudo haber pasado, puedo decir con orgullo que mi nombre es Joaquín Hudges, hijo de un Coronel, hermano de Renata Hudges, novio de Emilio Blissett.

Estoy orgulloso de quién soy y eso nunca va a cambiar, he aprendido lo que valgo, lo que importa y lo que debo mantener en mi vida.

Es increíble como pasé de ser alguien inseguro, que no se amaba a sí mismo, como fui pisoteado en el camino, lloré, grité, me enfadé. Y ahora he crecido, aún me falta muchísimo más por crecer, más por entender y aprender, pero saber que he abierto mi mente y corazón a cosas nuevas es totalmente refrescante para mi alma.

Puedo mirarme al espejo y ver tantas cosas hermosas, no hay una sola línea de expresión que no amé de mí mismo. Amo mi cabello, mi sonrisa, mis ojos, mis brazos delgados, amo todo de mí.

El reflejo de Emilio aparece a mi lado envolviendo mi cintura con sus brazos.

— ¿Qué es lo que estas mirando? Está bien que sepas que eres lindo pero no presumas. —sonríe acercando su mejilla a la mía para acariciarnos.

Entrelazo sus dedos aún en mi estómago mientras admiramos la belleza de nuestra cercanía. No hay nada que no ame de mi vida en estos momentos, ha pasado tanto en tan poco tiempo, mi forma de ver las cosas, de verme a mí mismo, de aceptar a los demás, de poder comprender a quienes deben ser comprendidos, a saber perdonar y pedir perdón.

Ya no me aterra mirar mi reflejo, ahora lo disfruto, lo busco con ansias y me regalo una sonrisa cada vez que sucede. Puedo sonreír sin temores, vestir como se me dé la gana y amar a quién mi corazón deseé.

He elegido mi camino, he elegido vivir con alegría, sin rencores ni arrepentimientos.

He decidido ser feliz, porque con el tiempo me di cuenta que la felicidad no llega a tocar tu puerta, no llega por correo ni te hace una llamada. A la felicidad la buscas tú, a veces demora y otras veces está frente a ti. Pero ten por seguro que siempre está en algún lugar, esperando por ti, deseándote y soñando con el día en que se vuelvan uno solo.

Todos merecemos ser felices, nosotros debemos decidir cómo serlo y eso es algo que solo tú debes decidir, no el vecino ni tus maestros ni tus padres. Tu felicidad la creas tú mismo, así como también puedes dejarla ir tú mismo. Pero siempre ten en cuenta que, tu propia felicidad es toda tuya, te pertenece desde el día en que naces, nadie puede quitártela porque es tuya y solo tuya.

Siempre búscala, aunque sea un infierno, aunque duela, aunque sientas que solo estás cayendo a un hoyo sin fin, sigue adelante, porque créeme que la encontrarás y sentirás tanta paz, tanta belleza dentro de ti que no serás capaz ni siquiera de recordar cómo te sentías anteriormente. La vida es aquí y ahora y como mínimo debemos vivirla al máximo.

Sé feliz, siempre.


"If you're going through hell, keep going".  —Winston Churchill.

<<Si estás atravesando el infierno, sigue adelante>>

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora