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Emilio

Lo he visto todo.

He visto como André y Joaquín bailaban, algo que me causó molestia sin embargo dejé pasar.

Pero cuando he visto como André se acercó sigilosamente a Joaquín, y peor aún, Joaquín no hacía nada, fue cuando me cabreé. Aunque más que enojo sentí desilusión, verlo tan cerca de otro chico y no hacer nada es algo que desmotiva a cualquiera.

Hace unos momentos estábamos en el baño hablando de lo mucho que nos queríamos y ahora está allá con él. Pero lo que más duele es que no haya hecho nada, que no haya se movido o corrido hacía un lado, que no lo haya detenido en ningún momento. Se quedó parado como idiota esperando a ser besado.

¿Qué se supone que deba hacer ahora? ¿Ir y crear una escena de celos? ¿Golpear a André y gritarle a Joaquín? ¿Solo empujarlo? ¿Mandarlo a la chingada?

No tengo ni puta idea de lo que sigue, solo sé que estoy dolido. Que llevo cinco minutos parado frente a la mesa de unos chicos y aún no le paso sus bebidas.

— ¿Amigo me darás mis tragos o no?

Asiento disculpándome mientras dejo los vasos frente a ellos, me disculpo nuevamente y vuelvo a la barra. No vuelvo a mirar, no quiero saber que ha ocurrido luego, si se han besado, si Joaquín lo ha dejado, o si se han detenido. No quiero mirar por miedo a lo que está frente a mí.

Y tampoco quiero hacer una estúpida escena, no quiero gritarle ni menos golpearlo. Desde que aprendí a defenderme he usado la violencia como la solución a todo, pero ahora frente a ellos, casi a punto de besarse, no quiero hacer nada.

Simplemente no tengo ánimos para acercarme siquiera. Solo quiero irme a casa.

—Dani, ¿Falta mucho? —mira su reloj que marca la una de la madrugada y luego a mí.

—Ve si quieres.

Le agradezco y me despido del resto, recojo mis cosas y me dispongo a salir. Pero antes, justo frente a la puerta me decido a mirar, no lo pienso, simplemente miro hacia donde estaban. Pero ya no están, se han ido a dondequiera que sea, juntos.

—Hey, ¿Te vas?

Diego se me acerca apresurado. Joder, había olvidado que estaba con él.

—Sí, estoy cansado, ¿Te vienes conmigo? —asiente y nos apresuramos a salir.

Nos vamos en silencio, él pegado al móvil y yo a la ventana, no sé que pensar en estos momentos. Ni siquiera sé como sentirme, es decir, ¿Debo sentirme triste? ¿Enojado? ¿Enojado con quién? ¿Con André o con Joaquín? ¿Ambos?

No tengo idea de nada. Soy tan inexperto en el amor que cuando he visto a mi algo apunto de besarse con otra persona ni siquiera sé como debería sentirme.

Se supone que debe doler... y de algún modo si duele. Duele porque te paraste en un maldito escenario a gritar cuanto lo amas, duele porque hace un momento había dicho que lo llamaras su esposo, duele porque ha dejado que André lo haga.

— ¿Por qué vas tan callado?

Me encojo de hombros sin mirarlo. No me insiste y terminamos el viaje como lo iniciamos.

Ya en el departamento Diego se va a echar la pomada y a dormir ya que aún le duele mucho, en cambio yo busco un abrigo de canguro negro entre mis cajones y dejo el departamento para ir a la azotea.

Me apoyo en la baranda, corre un viento congelador pero el abrigo me resguarda. Miro al cielo y veo las estrellas, en su mayoría no se ven por la contaminación lumínica pero de igual forma puedo afirmar que el cielo luce muy hermoso... y solitario.

𝐌𝐈𝐋𝐈𝐓𝐀𝐑 ♥︎ᵎ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora