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Un nuevo día llegaba a La Chula y con él, los rayos del sol inundaban los campos del rancho y, por primera vez, el sol no se sentía pesado para Emilio; un nuevo día no le llenaba de dolor y pena atormentándolo por todo lo que tenía que enfrentar. Por primera vez, una sonrisa llenó su rostro incluso antes de que abriera sus ojos, pues el aroma de Joaquín estaba tan cerca y su calor lo hacía tranquilizar cualquier demonio que tuviera en su mente. 

Al abrir los ojos, no pudo evitar acercarlo un poco más a él y dejarle un tierno beso en la nariz. Poco a poco Joaquín abrió sus ojos y justo como le había pasado al rizado, de inmediato una sonrisa se posó en su rostro y su primer instinto fue abrazarse con más fuerza. 

-Buenos días, chulo -le dijo Emilio acariciando su mejilla.

-Eres real -el castaño sonrió a sobremanera y llenó sus mejillas con sus besos -Pensé que estaba soñando otra vez. 

- ¿Otra vez? -alzó una ceja. 

-Sí…es que -rio nervioso -Anoche, no fue la primera vez que tú y yo hacemos el amor…

-Vaya, eso no me lo esperaba. Cuéntame, bonito. 

-Pues, soñé contigo…soñé con esto; lo único malo fue que…me dormí contigo y me desperté con Maja…

-Entonces, soñaste conmigo, cuando me decías que no querías que te tuteara, que no querías nada conmigo, que no ibas a dejar que yo te engañar...

-Ay… ¡ya! -le dio un ligero golpe en el hombro haciendo que ambos soltara una risa -Pues es que yo no confiaba en ti…pero…si te soy honesto, mi corazón te pertenecía desde hace mucho tiempo, pero mi razón no me dejaba aceptarlo.

-Bueno, pero ya estamos juntos…y no soy Maja esta vez… -se acercó para depositar un tierno beso en sus labios. -Anoche tuve mucho miedo de lastimarte.

Joaquín se separó un poco de él y lo miró confundido. 

-El doctor dijo que no hicieras esfuerzos y que tenía que tratarte con cuidado, pero…creo que no fuimos tan cuidadosos. 

-A ver… -le acarició su mejilla -Yo sé que tú nunca podrías hacer nada para lastimarme, eso lo sé. Tú me curaste todas mis heridas -Joaquín pronto notó que el gesto del rizado se tensó un poco y sus ojos habían perdido un poco su brillo. - ¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?

-No…para nada -lo besó dulcemente -Tú también borraste todas mis heridas y me hiciste capaz de amar nuevamente, justo cuando yo pensé que eso sería imposible, pero…de verdad, Joaquín, tengo que decirte algo…

- ¿Sí? Ay, pero, ¿ahorita?

- ¡Buenos días! -la voz de Elizabeth resonó en lo que era el recibidor de la cabaña y de inmediato ambos chicos saltaron en la cama – ¡¿Sigues dormido?!

Emilio no dudó en saltar fuera de la cama y tomar su ropa tirada en el piso; miró como Joaquín le decía a voz baja con cara de susto que se metiera al baño de la recámara. Él obedeció y sólo esperó a que la madre de su chico castaño no se le ocurriera entrar al baño ya que, por lo que podía ver, no podría esconderse. 

Joaquín por su parte, como pudo se colocó su bóxer y, apenas iba a tomar sus pantalones del suelo cuando la puerta de la habitación se abrió, mostrando a su madre con una bandeja de comida por lo que solo se cubrió con la cobija. 

-Te traje de desayunar… ¿cómo dormiste, cielo? -entró y lo primero que notó fue la pijama de su hijo tirada en el suelo - ¿Estás bien, hijo?

- ¿Qué? -rio nervioso -Ah, es que me dio muchísimo calor en la noche y me quedé en boxers, por eso discúlpame si no me levanto para saludarte, ma. 

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora