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El calor era insoportable; Emilio no sabía el por qué sentía tanto calor, si la noche era bastante fresca. Llevaba un tiempo en el cuarto de Diego, comentándole sobre los últimos sucesos que habían sacudido toda su vida por completo, así como la de Joaquín. Palabra tras palabra, el semblante de Diego pasaba entre preocupación y tristeza; odiaba ver a su amigo así y, odiaba pensar en cómo estaría Joaquín en esos momentos. Afortunadamente, cuando Emilio llegó al cuarto, pudo ver a Renata para decirle que Joaquín la necesitaba y así pudo quedarse a solas con el caporal de La Chula; solo necesitaba desahogarse.

-Y, ¿cómo te sientes? -sabía que era una pregunta un tanto ridícula, pero comprendía que era una que Emilio necesitaba.

-No lo sé... -soltó un largo suspiro y se sentó en el piso al pie de la cama. Diego lo miraba sentado frente a él con el gesto preocupado -Son demasiados sentimientos encontrados. Quien me preocupa es Joaquín.

-Sí, a mí también -asintió frunciendo los labios -Joaquín te ama demasiado y sé que tú también a él.

-Y eso lo hace todavía más difícil. -se pasó la mano por sus rizos intentando ordenar sus ideas. -Me debato porque...no sé qué es lo correcto o lo que quiero.

- ¿Y qué piensas hacer? -el rizado comenzó a negar lentamente y su mirada parecía perdida en el suelo.

-No lo sé -suspiró -Si me preguntas qué siento...solo pienso en Joaquín. En lo mucho que lo amo y lo mucho que quiero estar con él.

-Eso lo entiendo y no lo dudo, pero...María es tu esposa -solo así, Emilio pudo verlo a los ojos -Quieras o no, lo sigue siendo y...vas a volver a verla y, además, tienen una hija juntos. No sé, la convivencia, la vida junto a su hija...puede que cambien tu percepción.

-No puedo negar que puedes tener razón. Pero, Diego, no lo sé. Yo no sé que voy a querer o no en los días siguientes. Hoy, sin miedo a equivocarme, te puedo asegurar que no quiero alejarme de Joaquín; no quiero perderlo. Quiero que él sea mi presente y mi futuro.

-Cielos, hermano; te espera un largo viaje, en más de un sentido. -Emilio asintió levemente.

Sin duda, esa noche, sería una de desvelo para ambos. Tanto Emilio como Joaquín, habían hecho un acuerdo no dicho sobre no hablar del tema; al menos por esa noche. Sin embargo, estaba claro que, en la mente de los dos, estaba más presente que nunca. Joaquín se sentía incómodo al tenerlo cerca. Una parte de él, quería abrazarlo y nunca soltarlo, pero, la otra, temía hacerlo porque, precisamente, no se atrevería a soltarlo.

Por su parte Emilio la pasaba mal. Tenía presente que María había estado sola todo ese tiempo, esperando al regreso de su esposo a quien tanto amaba y ahora, podría estarse debatiendo entre la vida y la muerte. ¿Cómo podía ser capaz de decirle que se enamoró de otra persona? ¿Cómo explicarle que enterró su amor y le abrió pasó al amor de Joaquín? ¿Cómo podría romperle el corazón de ese modo? Pero, si no se lo dice, si no es sincero, ¿qué clase de persona sería? Además, estaba el hecho de que, una parte de ese gran amor que le tuvo, seguía presente y, el hecho de volver a verla, le removía tantas cosas que le daba miedo el permitirse sentirlas por completo.

[...]

La mañana siguiente no mejoró las cosas. Joaquín seguía dormido y, Emilio sabía que no había podido descansar durante la noche, así que decidió levantarse a trabajar sin despertarlo; no sin antes, dejar un pequeño detalle. Cuando llegó a la casa grande, estaba dispuesto a entrar en el despacho, cuando se topó con la madre de Joaquín. Por su mirada, supo que ya sabía todo; Joaquín se había quedado con su hermana desahogándose y luego su madre había entrado a verlo y, claro, estaba llorando.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora