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La vida es la historia de las decisiones que hemos tomado día tras día, desde la más pequeña e insignificante hasta la más transcendente y reveladora. Y siempre, una decisión de conlleva a otra, fijando el rumbo de tu vida.

Emilio maldecía el día en el que había decidido aceptar aquella herencia; durante mucho tiempo maldijo el haberse entusiasmado con la idea de pensar que eso significaba 'futuro'. Aunque, ¿quién rechazaría una herencia así? Pero esa decisión lo había hecho perder a la mujer que amaba, su libertad y sus esperanzas.

Y justo cuando pensó que no le quedaba nada que perder, tomó otra decisión. Toda la desesperación y angustia que sentía, la transformó al odio y, en ese momento, sintió que el odio sólo podía ser para Joaquín Bondoni y decidió buscarlo y vengarse. Otra decisión que cambiaría el curso de su vida por completo; no sólo encontró la verdad, sino que encontró una felicidad que no sabía que existía, una felicidad reservada sólo para él.

Pero eligió el camino de las mentiras y secretos, pensando que volvería a tener el control. Ahora, tenía una bala atravesada en su cuerpo y su vida pendía de un hilo y, una idea resonaba en el eco de su inconsciente: "Quizá desde un principio todo esto fue más grande que él. Quizá nunca debió involucrarse como lo hizo, no le correspondía, pero Joaquín..."

Joaquín siempre fue esa idea que saltaba cuando perdía todas las esperanzas; no podía rendirse, él lo necesitaba.

Y eso mismo pensaba Joaquín, necesitaba a Aristóteles ahora que presentía que Santi le daría más malas noticas sobre Epigmenio. No entendía cómo era que Aristóteles no salía de su cabeza, no era que fuera algo malo, pero era la primera vez que ese pensamiento le generaba angustia.

-Joaquín, disculpa la espera -se sobresaltó al escuchar la voz de Santi entrando a su despacho -Quise terminar unos pendientes.

-No, no te preocupes, Santi -le sonrió -Pero, dime, ¿qué descubriste de Epigmenio? Me supongo que no debe ser algo bueno.

-Antes que eso, hay algo que tengo que decirte -elevó una mano para pedirle un poco de paciencia -Tienes que saber que Emilio Marcos me contactó.

- ¿Cómo que te contactó? -abrió los ojos con mucha sorpresa. - ¿Cuándo?

-Ayer -se cruzó de brazos -Tengo entendido que también te contacto por correo y que piensan verse pronto.

-Sí, así es -asintió confundido.

-Él quiso que, antes de que eso ocurra, yo conociera el contenido de una carta; una carta que Don Juan escribió.

- ¿Mi tío...le escribió una cara...a Emilio? -el hombre asintió -P-pero, ¿qué dice?

-Léela tú mismo -abrió el cajón de su escritorio para entregarle la carta a Joaquín; este tembló un poco al recibir el sobre, pero lentamente lo abrió. Su respiración se detuvo al ver que, efectivamente, era la letra de su tío.

-Emilio... Tú a mí no me conoces, tal vez nunca hayas oído hablar de mí; sinceramente lo ignoro y espero de todo corazón que esta revelación no afecte la imagen que tienes de tu madre, en paz descanse...

Leyó en voz alta cada parte de la carta, sintiendo como su corazón palpitaba con más fuerza y su respiración se entrecortaba.

- Quisiera hacerme la prueba de ADN para corroborarlo, pero eso sólo ocurrirá si así lo consientes y cuando estemos frente a frente si es que la vida lo permite. Lamentablemente, no puedo esperar a que eso suceda; necesito proteger a mi sobrino Joaquín. -una lágrima amenazaba con salir al momento que leyó lo último -No entiendo, ¿protegerme de qué o qué?

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora