45

79 6 0
                                    

La lluvia no amenazaba con aparecer, pero el cielo no renunciaba su tonalidad gris. El aire hacía bailar a los árboles en una melodía melancólica y nostálgica; incluso, los animales se encontraban apagados, sin mucha actividad. Era como si, cada fibra del rancho La Chula, supiera que su vida y su corazón, se estaba apagando. Aquel rancho, conocido como una de las mayores ganaderías del país, había pertenecido a la familia Bondoni desde hace muchos años y hoy, Joaquín Bondoni le decía adiós sintiendo que, cada cosa que metía dentro de su maleta, era como si miles de clavos se encajaran en cada parte de su cuerpo, haciendo que su corazón se quebrara en cada paso.

Entrada la tarde, Emilio terminaba las maletas cuando Joaquín decidió salir a montar por los pastizales y, aunque Emilio se ofreció a acompañarlo, prefirió ir solo. Necesitaba ese momento de soledad junto a sus animales, despedirse de ellos y encargarlos a los trabajadores. Era injusta la manera en cómo tenía que irse de ahí y tenía muchos sentimientos mezclados entre coraje y mucha tristeza contenida. Al regresar, terminó de subir las maletas junto a Emilio y, en los rostros de su madre y su hermana, podía ver la misma expresión desolada.

- ¿Tienen todo? -se acercó Emilio tomándolo al menor por los hombros. Joaquín asintió con la cabeza, pero Renata negó.

-Nos olvidamos de algo. Emilio, ¿nos ayudas? -Joaquín comprendió rápido al ver a su hermana dirigirse a la casa grande. El rizado, solo los siguió hasta el despacho dónde ambos observaban un cuadro grande con el retrato de Don Juan Bondoni en él -No nos podemos olvidar de él.

-Ese retrato, se lo regalamos Renata y yo en su cumpleaños, ¿verdad? -le sonrió a la pequeña y esta asintió sonriente.

*

-A ver tu camina otro poquito más -decía Renata entre risas tomando a su tío Juan por las manos mientras él tenía sus ojos cubiertos y caminaba con mucha precaución hacia el despacho. -Tú sigue, ya casi llegamos.

-Es que ni sé dónde estoy -Joaquín los miraba divertido y ansioso por mostrarle su regalo.

-Un poquito más para atrás, tío -el hombre se sorprendió un poco de escuchar la voz de Joaquín. Renata lo hizo caminar hacia atrás hasta que chocó con su escritorio soltando un leve quejido -Ay, exagerado, no te pasó nada.

-A ver, ¿ya me van a decir dónde estamos? -decía conteniendo la risa.

-Estamos en tu despacho -Joaquín se había acercado a él para susurrarle como si fuera un secreto demasiado íntimo.

-Ah, ¿y por qué hablas tan bajito? -le respondió susurrando de igual modo.

-No lo sé -ante el nuevo susurro, los tres soltaron una risa.

- ¿Estás listo para quitarte la venda? -el hombre asintió ante las palabras de Renata y ambos chicos se colocaron al pie del cuadro. -Bueno, ya puedes retirarla y abrir tus ojitos.

Poco a poco, Juan se retiró la venda de los ojos y primero se topó con las sonrisas de sus sobrinos, para que después sus ojos se fijaran en aquel retrato de él con su traje de charro y una enorme sonrisa se posó de inmediato.

-Esto... -no podía hablar de la impresión y Renata dio unos pequeños brincos emocionada de ver a su tío feliz.

-Queríamos buscar algo digno de ti, algo a tu altura -comenzó a hablar Joaquín -Algo para agradecerte todo y, también para alagar toda esta gran persona que eres. -Juan lo miró con los ojos cristalinos -Queremos hacerte ver lo que significas para nosotros, algo que te hiciera sentir lo que tú nos haces sentir, presencia, elegancia, grande, bueno.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora