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-Es una lástima lo de este muchacho –suspiró el licenciado Pineda –Ya nunca sabremos si realmente era hijo de Juan.

-A mí me da mucha pena todo esto, Santi –Joaquín le dio un sorbo a su café. Se encontraba en la oficina del abogado tratando el tema de la famosa acta de defunción –Yo insisto en que no debió haber terminado así.

-Sí, la verdad es que a mí también me apena mucho –suspiró –Pero, sabes que tengo que tener el original para hacer la cesión de la hacienda.

-Claro que si –le sonrió –Por mí no hay prisa, en cuanto me la hagan llegar te la traigo. Lo que quería más que nada es ver si existe la posibilidad de que puedan traer sus restos acá. Digo, siendo mi primo o no, mi tío así lo hubiera querido. Además, Emilio no tenía más familia, me parece lo correcto que este acá.

-Eres un chico muy noble, Joaquín –le sonrió –Te conozco desde que estabas muy pequeño y no puedo evitar sentirme orgulloso del hombre que eres hoy. Te aseguro que Uberto y Juan estarían más que contentos de ver en lo que te has convertido.

-Muchas gracias, Santi –se encogió de hombros –El que tú me lo digas lo aprecio mucho. Eres de las personas que más admiro y respeto.

-Bueno, voy a investigar y cualquier cosa te informo.

Se quedaron hablando un par de minutos más, pero al cabo de una hora Joaquín salió de la notaría, pensando en ir a buscar a Aristóteles al hostal, pero este ya se venía aproximando caminando por la avenida. Le abrió la puerta al castaño y este notó que el chico llevaba la mirada baja, al poner más atención parecía tener los ojos hinchados y un color carmín en sus mejillas.

-Aris, ¿estás bien? –se agachó un poco para buscarle los ojos –Dime, ¿pasa algo?

-No patrón, todo está bien –le miró para tranquilizarlo, ante ese contacto ambos sonrieron dulcemente sorprendiéndose de lo que esa mirada provocaba en ellos.

- ¿Joaquín? –una voz los interrumpió y el castaño al voltear se topó con un chico, ligeramente más alto que él, rubio, de ojos miel que le sonreía sorprendido. –Joaquín Bondoni, qué hermosa sorpresa.

- ¿Alex? –Joaquín al reconocerlo se acercó para abrazarlo –Dios, qué sorpresa tan grata, pensé que estabas en España o algo así.

-Estaba –le dedicó una amplia sonrisa –Pero terminé mi posgrado y mi padre me ordenó regresar. Está ansioso de que finalmente puede irse a recorrer el mundo ya que tiene a sus dos hijos mayores listos para ocuparnos de su hacienda.

-Y, ¿tú estás de acuerdo con eso? -notó a su viejo amigo asentir sonriente. A Emilio se sentía un poco extraño de ver las sonrisas en ambos chicos, en especial en el rubio. –Bueno, será agradable tenerte por acá.

-Me gusta escuchar eso –se acercó más al castaño mirándolo fijamente a los ojos –Quizás después podamos no sé, cenar juntos y ponernos al día.

-Ponernos al día... –soltó una risa ligera y suspiró –Va, luego nos ponemos de acuerdo. Por ahora debo irme al rancho. ¿Vas para allá?

-No, debo recoger unas cosas para la siembra –le extendió la mano –Fue un gusto verte, Joaco; nos andamos viendo.

-Claro que sí, Alex –Joaquín estrechó su mano y se abrazaron para que después Joaquín entrara a la camioneta y partieran para la hacienda.

Emilio sentía que el ánimo de Joaquín estaba un poco mejor, cuando había entrado a la notaria estaba demasiado cabizbajo, pero ahora, el brillo en sus ojos parecía regresar un poco, ¿habrá sido por el chico con el que se encontraron? Por alguna razón eso lo hacía sentir inquieto y no entendía por qué cada vez descubría nuevos sentimientos extraños en todo lo que involucraba a su jefe castaño. Quería saber más.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora