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Un nuevo día se alzaba y el sol iluminaba toda La Chula, haciendo los árboles brillar y el ambiente se sentía diferente para el joven dueño; era un día demasiado especial y se aseguraría de que nada ni nadie alteraría su buen humor. En especial porque a lo lejos veía como su empleado de rizos y grandes músculos estaba cargando unas sillas de los caballos y su camisa abierta; en cuanto lo vio sonrió de oreja a oreja y le hizo una seña con la mano.

-Buenos días, patrón hermoso –le sonrió en cuanto lo tuvo cerca y Joaquín se perdió un poco

-Buenos días, guapo –Joaquín se sentía un poco más en confianza ya que se encontraban fuera de los establos y no había nadie alrededor, por lo que se acercó para abrazarlo, aunque, de inmediato el rizado retrocedió un poco. – ¿Qué pasa?

-Amor, estaba limpiando los establos –sonrió apenado y un poco avergonzado –Estoy lleno de tierra, paja y huelo a caballo.

-Pues lleno de tierra, paja y con olor a caballo te quiero abrazar –hizo un ligero puchero.

-Chulo, pero estás vestido todo guapo y precioso –se sonrojó un poco –No te quiero ensuciar ni nada.

-De todos modos, me tengo que arreglar para el homenaje –le sonrió y se acercó a él lentamente –Además, se te olvida que yo me la vivo entre tierra y caballos...nada de eso me importa siempre que te tenga cerca.

- ¿Cómo le haces? –le sonrió y se acercó más a él –Con algo tan simple, me enamoras más.

Joaquín llevó sus brazos al cuello de Aristóteles y este lo abrazó por la cintura. Se atrevió a darle un tierno beso en sus labios y pronto lo jaló un poco más a él para intensificar el beso. Emilio se separó un poco para tomar aire intentando calmar lo que esa electricidad de probar los labios de Joaquín le hacía pensar y le hacía no querer parar.

-Y, ¿a dónde ibas, bonito? –le sonrió, pero el castaño tenía la mirada perdida en la camisa abierta del rizado y con sus pensamientos en otra parte; el rizado llevó su mano a su mejilla – ¿Joaquín?

- ¡Perdón! –se sonrojó a sobremanera e intentó desviar la mirada sin mucho éxito –Iba a buscar a Diego...o a León...para hablarle a...a... ¿si te puedes cerrar la camisa? ¡Me distraes! –por primera vez Joaquín notó el color carmín intenso en las mejillas del rizado y de inmediato obedeció con una risa nerviosa –Es que... ¿por qué estás tan hermoso?

- ¿Por qué eres tan adorable? –le sonrió coqueto –Entones... ¿Diego? ¿León?

-Cierto, sí –soltó una risa ligera –Quiero juntar a todos los trabajadores para darles un anuncio, quería ver si Diego y León andaban por aquí, pero no... ¿me puedes ayudar con eso?

-Bueno, creo que tanto Diego como León están en los terrenos del sur. No han de tardar, pero si quiere voy juntando a la gente, pero ¿pasó algo?

-Te lo agradecería mucho –le sonrió –Y no es nada malo, pero hoy es el homenaje de mi tío y quiero que todos vayan, así que se suspenderán labores por hoy para que todos asistan.

-Bueno, pero yo no conocí a tu tío... -soltó con un tono agridulce.

- ¿Y? Te aseguro que si lo hubieras conocido lo querrías igual que yo, igual que todos aquí.

-Quizás –se encogió de hombros –Pero no lo conocí, así que prefiero no ir...

-Ah, no me entendiste, mi amor –le sonrió juguetón –Dije que todos los trabajadores irán y eso te incluye a ti, y, perdón, pero es una orden, soy tu patrón, ¿no?

-Ah, con que en esa estamos... -le regresó la sonrisa –Entonces, tendré que ir porque me lo pide mi patrón.

-Exactamente –se sonrojó un poco –Pero no me lo digas así; vas a ir porque me amas, ¿no? Y sabes la ilusión que me hace este día. Y, aunque no podré vivirlo 100% a tu lado, si sería importante que fueras, además, no podemos ir juntos.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora