40

98 7 1
                                    

Epigmenio caminaba por la colindancia del rancho, había un sendero que dividía La Chula del rancho AltaVista. El hombre saltó por la barda que llegaba al límite de los terrenos y comenzó a caminar al ver el tauródromo. En medio del camino, había una enorme piedra; la inspeccionó y encontró un pedazo de tela rasgado, era de la camisa de Joaquín.

-Joaquín está en la caseta de seguridad del tauródromo del rancho AltaVista; el que está justo pegado a la colindancia de La Chula.

-Así que en el rancho vecino -soltó un bufido sin creer que estaba tan cerca - ¿y cómo voy a justificarlo?

-Pensé en todo -sonrió orgullosa -Antes de llegar, encontrarás una piedra vistosa; dejé escondido un pedazo de la camisa de Joaquín. Vas a decir que uno de tus hombres la encontró en la colindancia y siguieron los rastros de huellas.

-Más te vale que este plan tan extraño, te resulte, Majo...porque si algo le pasa a Joaquín, no habrá poder humano que pueda salvarte. Dime algo, sii no te enfrento ahora, ¿a qué hora me lo ibas a decir?

-Que tenga todo planeado, no quiere decir que no pueda divertirme al ver la tensión crecer y ver a todos lloriqueando por Joaquín -se cruzó de brazos -Así que, ve, antes de que Emilio y Mauricio se encuentren.

Estaba demasiado molesto por sentirse como un peon más en el juego de María José. Ya tenía el tauródromo cerca y tenía que ir por Joaquín, pero tenía que estar al pendiente de cualquier sorpresa que la chica tuviera preparada para él. Llegó al lugar y se propuso entrar en la caseta de seguridad, cuando escuchó unos quejidos del otro lado. Era Joaquín.

Corrió hacia el ruido y lo encontró; el pequeño Joaquín estaba atado de manos y pies en medio de la pista de los toros. Por suerte, el corral estaba cerrado, pero estaba claro del peligro que corría Joaquín en ese lugar. Maldijo para sus adentros a María José y se cruzó la barda para llegar a él.

- ¡Joaquín! ¿Estás bien? -lo tomó entre sus brazos y el chico seguía quejándose, el efecto del sedante estaba pasando y pudo reconocer la voz del hombre.

-Epigmenio... -tosió un poco.

-Tranquilo, no te fuerces, te sacaré de aquí -Epigmenio comenzó a desatar las manos de Joaquín y el pequeño a lo lejos escuchó un ruido metálico, por lo que llevó su mirada por encima del hombro del hombre y el corral ahora estaba abierto.

-Nos van a matar... -soltó en un suspiro; Epigmenio giró la mirada y vio como cerca de 10 toros se aproximaban a toda velocidad en su dirección.

No dudó más. Con todas sus fuerzas, tomó a Joaquín para cargarlo y correr hasta la barda para cruzarla. Logró dejar al pequeño en el borde y justo cuando estaba a punto de cruzar, uno de los toros alcanzó a embestirlo un poco agarrándolo por la pierna.

- ¡Agarren a ese hombre! -la voz lejana de Alex, sobresaltó a Joaquín y de inmediato sintió sus brazos que lo bajaban de la barda. - ¿Estás bien? ¡Ayuden al señor Ramos!

Varios trabajadores de AltaVista controlaron la situación con los toros y pudieron asistir a Epigmenio, quien se quejaba fuertemente de todos los golpes que había recibido. Alex, en ningún momento se separó de Joaquín y el escucharle repetirle que estaba bien, le hacía suspirar de alivio. Era una fortuna que hubiera organizado a sus trabajadores de iniciar la búsqueda dentro de su rancho, empezando desde la colindancia con La Chula.

-Alex...tengo que avisarle a Emilio -decía con la voz entrecortada -Tengo que decirle que no entregue el rancho.

-Aquí no hay señal, pero no te preocupes -soltó Alex y llamó a unos de sus trabajadores -Corran al punto más cercano donde haya señal. Llamen una ambulancia y avisen a La Chula. Rápido.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora