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El día anterior, había estado envuelto en muchos problemas y preocupaciones; Emilio cada vez se sentía más agobiado por el miedo y estaba cansado. Decidió dejar ir al Sol y con él todos sus problemas para brindarle paz a la persona que más lo necesitaba: Joaquín. A su lado, era el único momento en el que encontraba la paz; estar con Joaquín era lo único que le permitía dar paso a la Luna y unirse a ella para concebir el sueño y tener una esperanza guardada en su corazón por el mañana. 

No quería admitirlo, pero la incertidumbre de que la sangre fuera un impedimento más para que ellos pudieran amarse, lo mantenía despierto a veces. Porque, puede que su amor sea capaz se superar las mentiras y los secretos, pero eso, nunca. Así que, por primera vez, escuchar las manecillas del reloj en aquella sala de espera del laboratorio lo hacía sentirse cada vez más pesado; tanto, que ni siquiera escuchaba las palabras de su amigo Roy.

-Aris... ¡Aristóteles! -regresó a la realidad ante los jaloneos que le hacían -Emilio, te hablan...

Eso último lo susurró cuando vio a la encargada del mostrador mirarle con un sobre en mano. Rápidamente, Emilio se levantó y tomó el sobre; firmó de recibido y regresó a su lugar, mientras Roy lo tomaba del hombro dándole su apoyo.

Intercambiaron una sonrisa y Emilio sacó con cuidado el resultado de los análisis para después mirar a su amigo y soltar un largo suspiro.

-Joaquín y yo no somos primos -ambos chicos sonrieron y hasta ese momento Roy se dio cuenta de que él también había contenido la respiración.

-Una buena noticia entre tanto desastre -le dijo sonriente.

-Muy bien, entonces estamos listos. Arranquemos el plan.

Emilio se sentía un poco más tranquilo. Ya había decidido revelarle a Joaquín todo con respecto a su identidad, ahora sería ligeramente más sencillo y quizás, los ayudaría con el plan que estaban ideando, pero para eso, primero tenía que perdonarlo y eso era lo que más le asustaba. Sin embargo, se sentía más confiado, se sentía un poco más en control, sin saber, que alguien le pisaba los talones y se acercaba a la verdad.

Y ese alguien era Marijo; se la había pasado pensando toda la noche, en el pequeño enfrentamiento que había tenido con el chofer. Él no encajaba en el típico arquetipo de un chofer o un vaquero de rancho, él se veía diferente y ahora sabía que era un tipo de cuidado, alguien con mucha información, pero que no había usado, ¿por qué? Las dudas seguían rondando en su cabeza durante el desayuno, hasta que Mau se le unió y la hizo despertar de su trance.

-Desde anoche estás rara, ¿qué tienes? -decía mientras comenzaba a comer de su plato de fruta - ¡Majo!

-El chofercito me amenazó -soltó un poco seria.

- ¿Qué? ¿Cómo? -el enojo pronto se hizo evidente - ¿Te hizo algo ese desgraciado?

-Aristóteles sabe lo del accidente de Joaquín; sabe lo de Rodrigo y de seguro sabe muchas otras cosas más. Me lo dijo...te aseguro que ese tipo es de cuidado.

-Pero, ¿de ser así, por qué no ha dicho nada? Joaquín sería el primero en querer saber todo eso y sería el primero en reclamarnos.

-Joaquín no lo sabe; eso es obvio. Creo que puede ser porque Aristóteles no tiene pruebas, pero también puede ser que le sirva a otra persona.

- ¿A qué te refieres? -ladeó la cabeza, confundido.

-Ese tipo no cualquiera; estoy convencida de que él es un espía de Emilio; alguien que envió para vigilarnos.

- ¿De verdad crees eso?

-Piénsalo, Mau -se recargó en su silla y se cruzó de brazos -Desde que llegó se ha metido en nuestras vidas como la humedad. No sólo se ganó la confianza de Joaquín, sino también la de Epigmenio y sólo eso explica el como Emilio nos lleva un paso adelante.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora