50

98 5 1
                                    

El destino; una palabra con diferentes significados. Muchos creen que se trata de una fuerza sobrenatural inevitable, delicada, impercetible que guía a la humanidad a un fin determinado escogido antes de suceder; no podemos controlarlo, predecirlo, solo ser parte de él. Algunos, creen que el destino es manipulable, que se forja dependiendo de nuestras decisiones; solo que a veces, nuestro destino para ser cambiado por las desiciones de alguien más. 

-Emilio...así que aquí estabas -Daniel fue el primero en romper el silencio; pero ambos chicos se miraban fijamente con mucha seriedad.

-Me sorprende que estés aquí, estabas empeñado en esconderte -Emilio intentaba aparentar tranquilidad, pero tenía que admitir que, la presencia de Daniel en el rancho lo ponía nervioso, no sabía qué esperar de él. - ¿Qué quieres?

-Vine a hablar; por favor, Emilio... -el rizado soltó una risa, sin poder creer que, de verdad, aquel hombre estuviera frente a él.

- ¿Hablar? ¿Ahora sí quieres hablar? -Daniel agachó la cabeza, un poco avergonzado, pero Emilio seguía intranquilo. -Después de tanto rogarte porque me escucharas...dime, ¿viniste a arrestarme?

-No... -en ese momento, incluso Joaquín soltó un suspiro; ahora entendía quién era ese hombre -Sé que no cometiste ningún delito.

-Ah, ¿sí? -se cruzó de brazos - ¿Cómo puedes saberlo si no has atrapado a los culpables?

- ¿Cómo estás tan seguro de eso? -lo miró entrecerrado los ojos. -Emilio, creo que necesitamos hablar.

-Romperte la cara es lo que quiero; preferiría no hablar -soltó molesto; en ese momento, Joaquín lo tomó del brazo dando una ligera caricia.

-Emi, oye, mírame -Joaquín atrajo su atención al ver que los ánimos del rizado se estaban intensificando, pero al verlo, mucha calma entró a su sistema; Daniel veía con mucha extrañeza aquella cercanía entre ambos chicos -Querías respuestas, ¿no? Este es tu momento.

-Vamos a la cabaña -le dedicó una mirada a Joaquín y, como siempre, no necesitaron palabras, el menor le daría el tiempo y el espacio para hablar con aquel hombre. Los vio marcharse sintiendo una punzada extraña en su pecho, esperaba que no hubieran malas noticias.

Daniel tomó su pequeña maleta y siguió a su excuñado hacia la cabaña que compartía con Joaquín; sabía que en la casa grande había mucha gente, así que quería terminar su asunto con Daniel en total privacidad. Se sentía extraño, no pensó que él se fuera a presentar en el rancho para darles explicaciones; lo agradecía, pero no entendía mucho y, solo hasta ese entonces, reconoció el miedo que le daba preguntar todo lo que había pasado tras su escape.

-Emilio... ¿cómo sabes que no hemos agarrado a los culpables? -soltó Daniel una vez entraron a la cabaña.

-Dame las respuestas que necesito y te daré las mías. -Daniel se cruzó de brazos y Emilio rio un poco; como siempre, Daniel no hablaría hasta obtener algo satisfactorio -Sé que no están en la cárcel porque esos desgraciados están aquí, libres.

- ¿Cómo? -alzó una ceja y Emilio se sentó en el sofá verde de la sala. - ¿Cómo lo sabes? ¿Sabes quien fue?

-Bueno, el que se metió en nuestra casa, está muerto -habló pausadamente -Al parecer, me siguió hasta acá, pero tuvo la mala fortuna de toparse con el caporal de ese tiempo y, le disparó. Pero los autores intelectuales siguen vivos y libres.

- ¡¿Qué dices?! -Emilio se llevó las manos a la cara, intentando ordenar sus ideas. 

- ¡Qué lo que pasó en Buenos Aires, fue planeado aquí! -soltó un poco molesto -Por gente que no le gustó que Don Juan me heredara el rancho, así que prefirieron eliminarme. Pero no lo consiguieron y...mataron a María...

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora