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Cuatro meses después...

La Chula, una hacienda dedicada a la crianza de caballos, era de los ranchos más prestigiados en todo el país que, no sería de extrañar, sea objetivo de muchas ambiciones. Un joven administrador, Mauricio Mariscal, había revisado una propuesta de compra para el rancho, para convertirlo en un hotel y las ganancias eran exorbitantes. Se envenenó en cuanto lo leyó que, junto a su hermana, habían armado un plan para quitársela a Joaquín Bondoni, pero las cosas, no estaban resultado tan sencillas. Ahora, Emilio Marcos se encontraba desaparecido, por fortuna era un prófugo de la justicia argentina, pero no sabían que, en realidad, se encontraba cada vez más cerca.

Joaquín cada fin de semana se iba al cementerio a platicar a la tumba de su tío, junto a su nueva compañera Maja, una perrita pastor alemán, que había rescatado de las calles hace apenas unos meses. Se sentía tan perdido y tan necesitado de consejos, no había mucha gente con la que pudiera hablar, se sentía muy solo. Se distrajo al escuchar el sonido de una cámara y al girar observó que había una chica alta de cabello oscuro tomando fotografías en su dirección. Al bajar la cámara le sonrió y Joaquín sintió un respiro en su alma.

- ¡Ale! –corrió a abrazarlo – ¿qué haces aquí?

-He querido venir desde hace mucho –le sonrió de lado –Desde el funeral de Don Juan no he podido verte.

-Me has hecho mucha falta -decía aferrándose al abrazo de su amiga. 

-Me lo imagino, cuéntame todo.

- ¿Qué te puedo decir? Mi primo sigue desaparecido, nadie sabe nada de él. La policía de argentina habló para ver si sabíamos algo, pero no se ha aparecido por aquí, ni siquiera sé cómo luce. Pero, al parecer todos quieren actuar como si él ya no existiera y seguir trabajando la hacienda como siempre, sobretodo Mau, pero no lo siento correcto.

-Oye, y ¿cómo va todo con Mau? -decía mientras comenzaron a caminar fuera del cementerio.

-Mal, Ale–suspiró –Se rehúsa a darme el divorcio, dice que aún podemos salvar nuestro matrimonio, pero, no hay nada que salvar. No puedes salvar algo que no existió nunca. Quiero resolver eso pronto.

-Lo harás, amiguito –lo abrazó ligeramente –Oye, ¿vamos a comer? Hay que olvidarnos un poquito de los tragos amargos.

-Andando, vamos a una fonda de aquí cerca.

Mientras caminaban trataron de hablar de todas las novedades que habían ocurrido en sus vidas, Ale le contaba de todos los lugares a los que había viajado al ser una fotógrafa tan reconocida en muchos países. Pasaron a un mercado y le compró unos girasoles a su amigo castaño, para sacarle una sonrisa.

-Oye, tú te vienes a la hacienda conmigo, eh –le dijo admirando sus flores –Ahí hay mucho espacio.

-Ay, Joaco –se rio –Temo decirte que ya renté una casa en la calle cerca del hostal. Y antes de que me reclames cualquier cosa, creo que en tu rancho ya tienes demasiadas cosas encima, y mejor te doy tu espacio.

-No, ¿por qué?, me hubiera gustado tenerte cerca. Pero si la rentaste quiere decir que te quedarás un tiempo.

-Claro, vengo a resolver tu vida, no me iré hasta cumplir mi misión –ambos rieron un poco –Además, quiero sacar algunas fotografías del lugar.

-Oye, justamente, cerca del hostal vive un amigo mío. Es escritor, se llama Roy, está haciendo un libro sobre la vida en el campo y esas cosas. Te lo presentaré, capaz y hasta son vecinos y pueden ayudarse.

-Sí, sería algo bueno. -ambos se sonrieron y continuaron caminando -Oye, y entonces, ¿ahorita cómo están los términos de la hacienda?

-Pues, la verdad no tengo idea del estado de la esposa, lo más correcto es que, si Emilio no puede cobrar la herencia lo lógico sería que pase a manos de ella y de su hijo. Pero no hemos podido averiguar nada por ese lado. Me molesta porque, hasta mi mamá cree que debo dejarlo así y quedarme con todo. Es ridículo, esa hacienda será mía si así debe de ser, pero no pienso parar hasta agotar toda la posibilidad de cumplir la voluntad de mi tío.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora