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Emilio venía saliendo de la iglesia pensando en sus próximos movimientos. Necesitaba que Talia le ayudara con el trabajo en la Chula, de eso dependía que su plan saliera a la perfección. Al final decidió regresar al hostal, ver si tenían alguna computadora que le prestaran para tramitar sus papeles falsos como Aristóteles Córcega. En eso, vio a un taxi pararse enfrente de una de las casas cerca del hostal, y reconoció de inmediato a la persona que iba dentro. Sonrió para sus adentros y se apresuró a llegar hasta ahí para abrirle la puerta a Joaquín Bondoni y ofrecerle la mano para ayudarlo a salir.

- ¿Tú? –dijo el castaño completamente sorprendido de volver a ver al chico de rizos. Con mucho nerviosismo aceptó el gesto y tomó su mano para salir del taxi.

-Hola –le sonrió dulcemente –Justo estaba pasando por aquí.

-Qué casualidad, ¿no? –el menor no entendía cómo es que el simple hecho de verlo, le sacara una sonrisa. –Qué sorpresa verte.

-Para mí es un gusto volver a verte... -lo miró con mucha intensidad y observó que las mejillas del castaño se tornaban en un color carmín tenue –Ten un muy bonito día.

-Igual tú, y gracias –se apresuró a llegar a la puerta de su amiga y tocar el timbre, sentía que su corazón latía a mil por hora y cuando se giró para volver a ver al rizado, este ya había desaparecido.

Después de entrar en la casa, los tres chicos se encontraban platicando de muchas cosas, pasando un rato muy agradable, trataban de darle consejos a Joaquín sobre su situación marital, pero no querían presionarlo. Tanto Ale como Roy, creían que debía divorciarse y empezar desde cero, empezar a enfocarse más en su rancho y en su trabajo y quizás más adelante, encontrar a alguien que Joaquín realmente mereciera y este no sabía por qué el rostro del rizado le venía a la mente cuanto mencionaban eso. Era ilógico, como si nunca hubiera visto a un chico guapo en su vida.

Después de un par de horas salió de la casa y todavía se había quedado platicando con Ale en la puerta de su casa. Se daban palabras de apoyo y también le comentaba el gusto que sentía de ver que había congeniado con Roy muy rápido. Estaba a punto de despedirse de él cuando vio de nuevo al chico rizado parado a unos metros de ellos recargado en un árbol y vio como giró la mirada para disimular que lo estaba viendo a él. Entonces fue que se sintió extrañado, un poco asustado, pero pronto todos esos sentimientos se transformaron en molestia, ¿quién era ese sujeto y por qué seguía ahí? Creía en las casualidades, pero estas habían sido ya demasiadas.

Se apresuró hasta llegar con él y enfrentarlo, ya lo había visto en tres ocasiones y no le parecía normal.

- ¿Qué haces ahí? –se cruzó de brazos y Emilio sabía que no podría esconderse - ¿Qué quieres?, ¿quién eres?, ¿me estás siguiendo, acaso?

-Disculpa, ¿qué quiero de qué? –trató de decir tranquilo.

-Es que parece que me estás siguiendo –rio un poco –Está bien raro que te vea en la fonda, luego me abres la puerta del taxi y ahora estás aquí. Así que, ¿quién eres?, ¿qué quieres?

-Soy... -tragó saliva porque estuvo a punto de gritar su nombre, pero se arrepintió –Soy simplemente alguien que admira la belleza de este pueblo, así que, perdón por haberme perdido en la tuya. –Joaquín sintió que su corazón había dado un brinco, y de inmediato Emilio había bajado la mirada –Perdón, me estoy quedando en el hostal de aquí adelante, es normal que pase por esta calle.

-Ah, bueno, pudiste haber dicho eso primero antes de tu patético intento de coqueteo –se giró para comenzar a caminar –No te me vuelvas a acercar, ¿sí?

Joaquín volvió a entrar a la casa de su amiga, quien fue detrás de él con una sonrisa en su rostro, no sin antes, darle una mirada al chico rizado. Al entrar observó a su amigo molesto gritando cosas sobre el chico, que era un desvergonzado, que lo cachó en el teatrito mientras que Roy los miraba sin entender una palabra.

"La Chula" -AU EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora