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Estaba haciendo calor cuando despertó al día siguiente, así que se puso una camiseta negra que se le ceñía al cuerpo, tras desayunar y mirar un poco su teléfono salió de casa.

Tenía varias cosas que hacer: algunas facturas que pagar, dejar su uniforme en la tintorería, y hacer algo de comp~

Se detuvo cuando miró una veterinaria del otro lado de la calle, aún le rodaba la idea de conseguir una mascota, era más una necesidad que un gusto, pero tenía prioridades y no podía detenerse para...

Samuel se encontró a sí mismo cruzando la calle, en dirección al edificio en el que se leía "Karmaland - Veterinaria", miró curioso por el vitral hacia adentro, observó collares y correas de colores colgando de las paredes, igual que juguetes de todo tipo.

Empujó la puerta, y un pequeño cascabel se oyó cuando entró, el piso estaba alfombrado de un tono blanco, pero no había nadie tras el mostrador. El chico observó alrededor cuando escuchó un pequeño maullido a sus pies.

- Hola, pequeñito. - susurra, poniéndose en anclillas. - Estás un poquito subido de peso, ¿eh?

El gato tenía el pelaje naranja, y era inmensamente gordo, eso no pudo quitarle la sonrisa a Samuel de los labios cuando el pequeño se acarició contra su pierna.

- ¿Cómo te llamas? - murmura, acariciándole tras la oreja.

- ¡Wilson! - chilla alguien, desde una puerta tras el mostrador, antes de aparecer. - ¡Vas a matarme de un susto, coño!

La persona que había gritado era un chico, alto y algo delgado, con el cabello de un castaño oscuro y despeinado.

Samuel ignoró la grosería que salió de sus labios solo por lo lindo que era.

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora