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- No. - se queja Samuel entre risas, sintiendo el peso sobre su espalda moverse una vez más. - ¿Ya acabaste?

- Que no, cállate ya, pesa'o. - susurra el contrario, concentrado en deslizar los dedos a través de los músculos de su espalda.

- Pero, chiqui... - llama, mirando de soslayo el cabello blanco de su novio. - ¿qué haces?

- Me causa curiosidad tu cuerpo, es todo. - responde, embelesado deslizando las yemas de los dedos a través de su piel.

- Ya, pero me da cosquillas. - farfulla, sonriendo, entonces el peliblanco se recuesta sobre su espalda.

- Tengo hambre. - murmura contra su oído, la sonrisa en los labios del mayor se ensancha aun más.

- ¿Quieres salir a comer? - propone, el menor se baja de su espalda, para recostarse a su lado.

- No, no quiero salir. - se queja, Samuel sonríe, estirando la mano hasta el rostro del contrario.

- ¿No quieres o no puedes? - pregunta, el menor le da un golpe en la mano, frunciendo el ceño.

- Cállate, puerco. - se queja, girando el rostro en la dirección contraria al mayor.

- Entonces voy a cocinar alg~ - mueve las mantas, pero el peliblanco le pone una mano sobre la muñeca.

- No, puta madre, Samu. - gruñe en voz baja. - Quédate conmigo y pidamos una pizza, o algo.

- Está bien. - se acomoda nuevamente, recostándose sobre su costado para mirarlo.

- ¿Kira sigue en casa de tus padres? - pregunta el menor, dejándose acariciar el rostro.

- Sí, su veterinario dijo que sería mejor que se quedara allá por un poco más de tiempo.

- ¿Y ese veterinario es guapo? - inquiere el peliblanco, con voz perezosa.

- ¿Guapo? El chaval es horrible, es insoportabl~ - se corta cuando siente un golpe en el estómago.

- Cuidado con tus palabras, De Luque. - advierte, el mayor empieza a reírse en voz baja, y estira el brazo para envolverlo por la cintura.

- Jo, macho... te amo... - susurra, aún riendo.

El menor balbucea, como si la lengua se le hubiese trabado dentro de la boca, antes de esconder el rostro entre las manos. - Y yo a ti...

Ambos se miran entre sí, un momento, Samuel con una sonrisa en el rostro, marcando hoyuelos en sus mejillas, y Rubén con las mejillas encendidas en rojo, antes de compartir un fugaz beso.



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#NoCancelenALaHamburguesita

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora