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Rubén subió las gradas de dos en dos, recriminándose a sí mismo el ser tan increíblemente distraído. Tomó el ramo de flores de la mesita junto a la mesa, para volver a bajar, apresurado.

- Las había olvidado, lo siento. - susurró, con tono avergonzado.

El mayor tomó las flores, riendo entre dientes, antes de hacer una señal con su cabeza hacia su auto.

- ¿Nos vamos? - propone, y el más alto asiente. - ¿Adivina que tengo preparado?

- No lo sé, tío... - murmura, abriendo la puerta del copiloto. - ¿una excursión al zoológico?

- ¿En mitad de la noche? - se burla, y ambos ríen. - Vamos, otro intento.

- ¿Quieres ir a ver las estrellas? - cuestiona, Samuel se queda callado un instante antes de girar la cabeza quedamente en su dirección.

- No es eso, pero... ¿te gustaría hacerlo? Rubén se dio cuenta entonces de que eso le encantaría y la emoción le llenó el pecho.

- ¡Sería increíble! - se gira en el asiento para mirar a su acompañante, con los ojos avellana brillando. - ¡Y podríamos conseguir un telescopio! Bua... sería  fantástico...

Samuel dejó escapar una corta risa, aún moviendo las manos sobre el volante. - Eres como un niño pequeño...

Las mejillas del menor se tornan rosas, y entonces ríe también.

Era verdad, Rubén siempre era como un niño pequeño, pero... por algún motivo, no parecía que a Samuel le disgustase.

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora