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Las camillas entraron en medio de una multitud, doctores que gritaban órdenes, enfermeros que obedecían y dos heridos.

Rubén se apresuró hasta una de las camillas, y el corazón se le partió en mil pedazos más cuando lo miró.

Tenía el uniforme manchado de sangre, justo en el abdomen, y un centenar de aparatos conectados a él, una mano se posó sobre su uniforme, marchándose los dedos de sangre, mientras por el rostro le seguían rodando las lágrimas.

Alguien lo detuvo cuando la camilla cruzó las puertas del quirófano, y entonces Rubén finalmente se miró la mano: estaba manchada de rojo, y un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando se dio cuenta.

- Rubén, escúchame, - las palabras de David sonaban lejanas, pero eran entendibles. - él va a estar bien, ¿de acuerdo? Pero tienes que calmarte.

Las manos le temblaban, así que tuvo que abrazarse a sí mismo, trató de pasar saliva, pero el nudo en su garganta le dolía tanto que no pudo hacerlo.

Samuel nunca sangraba, no él.

Samuel era el fuerte, el que todo lo podía.

- Rubius, tienes que sentarte, ven. - la voz de Fargan no era más que un susurro, pero lo movió hasta la silla en la que había estado antes. - Tengo que ir a verlo, - susurra. - tengo~

- No... no dejas que algo le pase... por favor... promételo...

Pero David presionó los labios entre sí, y salió corriendo, hasta desaparecer por las puertas por las que Samuel había pasado.

Esa noche... esa noche se estaba convirtiendo en una pesadilla...

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora