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Había una pequeña gatita gris en la esquina, según lo que Rubén le había explicado: la había encontrado en el basurero hacia apenas un par de días, estaba recuperándose, pero Samuel se había enamorado de ella apenas verla.

- Hola, chiquitina. - saluda con voz suave,  y la pequeña gatita le agarra el dedo con ambas patas, para morderlo. - Que bonita eres...

- Parece que le agradas, nunca juega con nadie. - el castaño está en su misma posición, a su lado. - Puedes llevártela, si quieres.

- Me encantaría. - farfulla, y sonríe también al contrario. El cuidador abre la jaula, despacio, y toma a la pequeña gatita en sus manos, siseando en voz baja.

Ambos chicos caminan de vuelta hasta la parte delantera del local, Samuel toma a la pequeña gatita en sus manos, acariciándole la pequeña cabeza con un dedo.

- Va a demorar un poco en acostumbrarse a su nuevo entorno, así que tiene que quedarse en un espacio pequeño al principio, donde no haya demasiado ruido. - aconseja, el mayor asiente quedamente. - Tiene todas sus vacunas, y está sana.

- Es preciosa. - murmura el ojimorado, cuando levanta la mirada, encuentras los ojos mieles del contrario sobre él.

- Puedo... ¿puedo pedirte algo? - cuestiona, y el tono que usa casi deja sin aliento al mayor.

- Claro. - responde, dedicándole una sonrisa.

- Solo déjame ser su veterinario. - pide, Samuel asiente, sin detenerse a pensarlo un solo instante.

Aquello no podría hacerlo más feliz.

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora