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- Perdió demasiada sangre. - murmura David, sentado a su lado. - La bala le lastimó los intest~ - se le quiebra la voz. - Esperamos que se recupere y sino...

- ¿Sino qué? - pregunta Rubén, en realidad no quería saber la respuesta, y supuso que Fargan no quería dársela, porque no hubo más que silencio.

- Él va a estar bien. - susurra el mayor tras un momento. - Es fuerte... deberías ir a casa, Rubius, toma una ducha y duerme un poco.

- No quiero irme, quiero estar aquí y esp~

- No, vete. - insiste el mayor, empujándolo suavemente con el hombro. - Él no va a despertar pronto, ve a casa y descansa un poco.

Rubén no quería hacerlo, pero pensó que quizás era lo mejor, porque en realidad no estaba siendo útil. Ni siquiera en lo más mínimo, así que asintió quedamente y se puso de pie.

Ni siquiera recuerda el trayecto al auto, ni a casa, solamente nota que está en el piso, con la espalda apoyada en el puerta del departamento, con Kira sentada frente a él, mirándolo con la cabeza ladeada.

Estiró la mano y le acarició la cabeza con suavidad.

Se puso de pie y camino hasta la habitación, le dolía el cuerpo y la cabeza, se quitó los zapatos con pesadez, igual que la ropa, hasta que se quedó en ropa interior.

Caminó al baño, arrastrando los pies, como si fuese un cuerpo sin alma, o espíritu. Quizás lo era, quizás su alma se había quedado en el hospital junto a su otra mitad.

Tomó una ducha que no duró más de diez minutos y se quedó de pie frente al espejo, con una toalla envuelta en la cintura y notó que tenía algo entre las uñas.

Era sangre, sangre de Samuel que se había quedado escondida ahí, recordándole lo que estaba pasando.

Pedacitos de Samuel. Pedacitos que no debían estar ahí.



Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora