Quédate conmigo...

228 22 0
                                    

Capítulo 4.

Nada, ni siquiera la lluvia que ahora nos iluminaba allí afuera era capaz de darme una respuesta lógica a lo que había sentido en ese roce junto a él. Mis palabras le habían hecho brillar los ojos. Lo sé porque los miré, y además, los sentí.

Sus ojos expresivos se posaron en los míos, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en la comisura de sus labios. Nunca ante...s nadie me había sonreído de ésta forma. Nunca antes alguien había sido tan sincero con una sonrisa, en mi vida.

Nadie, ni siquiera yo misma.

Remarqué con precaución aquella venda que cubría una de sus cicatrices, mientras él me observaba y buscaba qué decirme.

-¿Por qué eres así conmigo? -Dijo, mientras miraba sus manos, y esquivaba mis miradas por última vez.

-No lo sé. -Le fui sincera.

-Creo que eres la primera persona que no se atemoriza de mis cicatrices. -Hizo una pauta. -O que gira el rostro al verme.

-¿Por qué alguien haría eso?

-Por temor. Bueno, a excepción de los chicos. Unos tipos que sé te caerán bien.

-Me muero por conocerlos. -Le dije en una sonrisa.

-Ha sido una noche larga. -Sonrió, mientras suavemente se ponía de pie, y sonreía a sus vendas. -¿No crees?

-Bastante.

Me puse de pie tan igual a él, a excepción de nuestras diferencias de altura. Con su mano temblorosa, acercó y alejó su mano de mi mejilla varias veces, como pidiéndome autorización de acariciarla de una vez por todas.

Finalmente lo hizo. Acarició mi mejilla suavemente, y recorrió todo su largo, hasta llegar a mis ojos. Limpió hasta la última lágrima, y sonrió.

-No quiero que tu maquillaje se corra otra vez.

-Hay algo que yo también quiero que hagas. -Le susurré.

-Imposible. -Me respondió, como adivinando mi propuesta. Se alejó de mí suavemente, mientras yo le hablaba una vez más.

-Tranquilo... -Le susurré, mientras me estiraba para tomar su brazo. Le observé a los ojos por dos segundos, y coloqué mis manos alrededor de su cuello. Le sonreí, y suavemente, muy suavemente, lo abracé hacia mí. -Soy una completa desconocida para ti, no puedo pedirte algo que resultará imposible.

-No eres una desconocida. -Me susurró al oído. -Es que yo te pensé un ángel.

¿Era posible que alguien me creyese un ángel a pocos días de conocerme? Tal vez sí, porque yo... yo le creía la persona más hermosa que mis ojos habían conocido jamás. Aún no sabía por qué, pero lo quería descubrir.

Dime una respuesta, y con eso... con eso seré más que feliz.

Le figuré una pequeña sonrisa sobre mis labios, y me alejé de él con precaución. Me giré hacia la puerta del café, y caminé lentamente hacia ella. Posé mi mano en la ventana, y miré hacia la fiesta.

Creo que después del escándalo que se figuró, todo el mundo había salido de allí disparado. Me sorprendió ver un enorme vacío allí. Ya me imaginaba. Los carros saliendo de aquí a allá, y mis "amigas" diciendo sus típicos:

-Es una inútil. Mira que dejar a alguien como él es una verdadera tontería.

La vida está hecha para hacer tonterías.

-¿Te irás? -Susurró suavemente mientras le escuchaba caminar cerca de mí. Yo asentí sin mirarle, aún observando mi pasado por un par de segundos. -Pero, si está lloviendo.

Me giré hacia él con una peculiar sonrisa.

-Que eso jamás sea un impedimento.

-No te vayas. -Susurró. -Quédate. Quédate conmigo un tiempo más.

Mi corazón se paralizó y bailó sobre el aire. Es que me sentí como una princesa por primera vez en mi vida. Sentí que alguien sentía la necesidad de mí, por primera vez en mi vida. Sentí que, por un momento, era especial.

-Estás loco.

-Tal vez un poco.

Le hice una mueca. No quería que supiera que puede hacerme sonreír en cualquier minuto.

-¿Y qué pretendes? -Sonreí.

-No lo sé. Sólo, quédate. Por un tiempo, corto, o largo. Depende de ti. Sólo quédate unos minutos más. Al menos hasta que la lluvia se detenga.

Bastante convenible. Bastante encantador.

Bastante irreal.

-Está bien. -Le solté.

Él sonrió, pero salió corriendo, dejándome en medio del lugar con una sonrisa de tonta. Conté los segundos, pero no los minutos. Le vi regresar con un par de sábanas en mano, y un par de almohadas. Viéndome reír hacia él, ambos nos dirigimos hacia una de las salas, y nos sentamos sobre ellas.

Él ya no era un extraño para mí.

Me dio un almohadón, y él conservó el otro. Colocó la sábana sobre nuestras piernas, y se giró hacia mí.

-Cuéntame un poco más de ti.

-Hablar de mí no me gusta mucho. -Reí.

-Eso es un gran problema. -Sonrió. -Porque tampoco a mí me gusta hacerlo.

-¿Eres abierto a la gente? -Le cuestioné.

-Depende.

-¿De qué lo hace?

-Puedo sentirme cómodo con alguien, y dejar de fingir las sonrisas. Pero de pronto me siento atacado constantemente, y no me queda de otra mas que hacerlo.

-¿Y cómo te sientes ahora? -Le pregunté.

-Como nunca.

Sonreí mientras mordía mi labio con suavidad, y me giraba a observar el lugar. Observé los costados de los sillones. Eran bastante lindos. Y de un color opaco, lo cuál le daba al café un toque pintoresco. Bastante cómodo, y halagador.

-¿No duermes en casa?

-A veces. Sólo cuando mis padres no están.

-Ah. Duermes entonces con esos chicos, ¿cierto? -Le pregunté.

Rió. -A veces, cuando no me hacen bromas tontas.

-Parecen buenas personas. -Reí ante su comentario, y él también lo hizo.

-Lay lo es. Aunque, Sehun, Xiumin y Chen son un par de chicos locos.

-¿Como tú?

-Sí. -Rió.

Reímos por un par de segundos, mientras sus ojitos se hacían nulos, y era la cosa más adorable que vi jamás. En un extraño momento ambos terminamos lo más cerca posible, y casi recostados sobre el sofá. Ninguno de los dos se percató, excepto mi corazón, que se encontraba tan acelerado.

Aún no sé por qué, si somos un par de chicos que recién se conocen, y que tienen tanto por contar.

-¿La lluvia ya se detuvo? -Pregunté en un susurro, antes de quedarme dormida finalmente sobre su pecho. Le escuché reír, pero no lo observé, ya que mis ojos se cerraban por sí solos.

Acomodó su rostro suavemente sobre el mío, y susurró:

-Sí. Ya lo hizo.

Outstanding.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora