Capítulo 29.
Me asignaron una habitación de hospital en cuestión de minutos. Limpiraron mi herida, y supieron que era un tanto profunda. Recibí un par de puntadas, y se aseguraron de cerrarle por completo. En verdad dolía, pero no tanto como el chico que lloraba del otro lado de mi puerta, rogando porque fuese su turno de entrar a verme.
A penas el médico salió de la habitación, pidió el número de mi madre y dijo que hablaría por teléfono. Yo se lo facilité, y él salió pronto de allí. Observé como Luhan se topaba con él en la puerta, y hablaba con él. De inmediato, él asintió, y los chicos corrieron tras de Luhan para asegurarse de que yo estaba bien.
Luhan corrió hacia mi cama, y me tomó por las manos. Los chicos corrieron tras de él, y Lay palmeó su hombro con suavidad.
-¿Estás bien, bonita? -me cuestionó Xiumin detrás de Luhan, y yo le asentí.
-Lo estoy, chicos.
Escuché a Chen suspirar, y segundos después, Luhan se giró hacia ellos. Sus ojos aún yacían poco hinchados, y de inmediato, vociferó:
-¿Me dejarían charlar unos minutos con ella?
Los chicos asintieron, y salieron de allí sin renegarse. Sehun cerró la puerta detrás de él, y dio un último vistazo por la ventanilla. En realidad se había preocupado, y eso era un gesto bastante lindo. Luhan miró por su hombro, y divisó una silla... silla que aproximó lo más posible a la cama, y en donde se sentó. Reposó su rostro sobre la orilla de la cama, y me observó con delicadeza.
-Lo siento tanto, Lu -le dije.
-¿Qué me estás diciendo? Mírate. Lo último que debes hacer es disculparte.
-Tengo por qué -le dije, e intenté incorporarme más, pero el dolor de mi espalda fue tanto que terminé en la misma posición. Él se levantó un poco más hacia mí, y me impidió que pudiese moverme más. Entrelazó nuestras manos-. De verdad lo lamento muchísimo. Nada de ésto hubiese sucedido si no fuese por mí. Muchas personas salieron lastimadas gracias a mí.
-No pienses así. La culpa no es tuya. La culpa no es de nadie.
-Es mía. La culpa siempre es mía, y ésta vez también lo fue. ¿No entiendes, Luhan? Yo no quería que tú salieses lastimado, ni que yo lo hiciera, y fue lo primero que hice.
Luham me miró fijamente, y sin dejar de hacerlo, se puso de pie y me besó los labios.
-No vuelvas a decir algo como eso, jamás. Tú no tienes la culpa de que yo sea todo lo que Etan dijo. Estás aquí, en el hospital, ¿por qué? porque estabas acompañada de un chico que ni siquiera te pudo defender.
-Estabas herido, cariño... -yo le dije, y tomé sus manos con firmeza-. Y tú no eres nada de lo que ese idiota tiene por decirte.
-Quizá lo sea. Quizá al final del día, él tenga la razón.
-No, él no la tiene. Deja de decir cosas como ésa.
Él negó, y miró hacia el suelo.
-No sé cómo explicarte lo que estoy sintiendo -me dijo.
El dolor de la espalda dejó de importarme. Me incorporé totalmente hacia él, e hice un pequeño gesto. Pero nada de eso me interesó. Yo quería estar más cerca de él. Quería besarlo. Quería abrazarlo, y decirle que todo iba a estar bien, pero él estaba molesto consigo mismo.
-No tienes qué explicármelo. Yo lo sé -le dije.
Él bajó la mirada una vez más. Una pequeña lágrima se desbordó de mis mejillas al observar cómo él repasaba una a una las cicatrices de su muñeca.
-Luhan, mírame -le ordené, y él lo hizo. Me miró-. Eres lo único que me importa.
-Y tú lo mío.
Al observar aquella última lágrima que rodaba hacia la cama de hospital, se abalanzó encima mío, y me dio un fuerte abrazo. Escuché un pequeño sollozo de su parte en mi hombro, pero no importó, porque yo sollozaba igual.
Al terminar de abrazarlo, le tomé por el rostro con ambas manos.
-No hagas locuras -le dije-. Yo te necesito.
Él negó. Negó, y lo hacía cada vez más rápido.
-Es que tengo miedo. Y estoy preocupado, pero más, quebrado. Etan tiene razón. ¿Por qué preferirías a alguien con cicatrices en sus muñecas y con el autoestima por el piso, cuando tienes a alguien que es muy seguro de sí mismo, y tiene a un millón de personas que le alaban? -me cuestionó.
Justo cuando abrí los labios para decirle todo lo que tenía en mi mente, las siete mil una razones por las cuáles lo prefiero a él por sobre todo el mundo, el médico entró por la puerta con mi madre del brazo. Ella hizo un escándalo y se arrojó sobre mí.
Luhan se alejó en ese momento con las manos en sus bolsillos, y la mirada gacha. Segundos después, desapareció de la habitación. Mamá me hablaba, y yo le respondía, pero ya no pensaba, porque quería ir tras ese chico. Quería seguirlo, y seguirlo, y finalmente, tomarlo por el rostro y gritarle que... que mis sentimientos por él eran muy grandes. Y que quizá, cerdeam era muy poco para nosotros. Yo ya comenzaba a amarlo con locura. Lo necesitaba.
Necesitaba de él para que respirar tuviese un sentido para mí.