Capítulo 9.
Formando un moño ocasional y casi perfecto justo detrás de mi cintura, me encaminé hacia el interior del café, e intenté aparentar normalidad. Por supuesto que nadie me veía, pero yo creía que sería así. Por lo cual me sentía aún más nerviosa de lo normal. Sin saber qué hacer, o hacia dónde dirigirme, seguí en un paso firme.
Busqué un par de ojos familiares, encontrando a...sí de todo tipo. Menos los que yo quería.
Me giré hacia la parte de atrás de la cocina, encontrando allí algo que iluminaría mi sonrisa por completo. Una sonrisa, que siendo perfecta para mí, me aceleró el corazón.
-¿______? -Luhan musitó hacia mí suavemente, mientras yo caminaba hacia la parte de atrás del mostrador. Panqueques, galletas, pasteles, y más de veinte tipos distintos de cafés se mostraban en el menú principal.
- Luhan. -Fue lo primero que logré decir antes de que él clavase sus ojos de nuevo sobre los míos.
-¿Qué haces aquí?
-No lo sé. Sehun.
-Oh.
-Buscaba un reemplazo.
-¿Tienes experiencia en cafés?
-Yo bebo café.
Él sonrió.
Bajé la mirada entre risas, percatándome así que él no paraba de sonreír. Me incomodé tanto que decidí alzar la vista hacia la suya. Aún me miraba fijamente.
-Lamento mucho lo que ocurrió aquel día.
-Lo sé... -Sonrió. -Recibí tu mensaje hace un rato.
-¿Así que lo envié? -Bajé la mirada entre risas, mientras posaba ambas manos sobre el mostrador, y observaba a la multitud tomando la más deliciosa adicción del mundo.
-Sí. -Dijo, mientras su cuerpo se posaba a un lado del mío, y una de sus manos estuvo a punto de rozar la mía. Una corriente eléctrica me recorrió una vez más. Comenzaba a ser esclava de ellas a diario.
-Lo siento mucho, Luhan. Yo no pretendía. No sé por qué hice eso.
Él rió de la manera más adorable del mundo.
-Hubiese corrido igual. Bueno, en realidad no. No si me hubiese gustado.
-Me gustó.
-¿Ah sí?
-Sí.
-¿Y por qué corriste?
-Porque... estaba asustada.
-¿Miedo?
-Tenía miedo y ya.
Justamente cuando alguien se acercaba al mostrador, Luhan jaló de mi brazo, y me dirigió suavemente hacia la parte de atrás del café. El almacén. Azúcar, y azúcar por todas partes. Cajas y botes llenos de vainilla, de cucharas, y servilletas. Mi espalda fue posada contra una de las paredes más cercanas, y un sonriente muchacho se aproximó hacia mí.
-¿De qué tenías miedo?
-No lo sé, Luhan. Solamente lo tenía.
-Debes saberlo.
-Tal vez sí lo sepa.
-¿Sí? -Me cuestionó.
Yo le asentí.
-Tengo miedo de salir aún más lastimada.
Luhan bajó la mirada. Sus manos que yacían en la pared pasaron a posarse en los alrededores de mi cintura. Su mirada se posó sobre la mía, y su cabeza se inclinó un poco. Su voz se roncó, y la presión subió. La distancia entre nosotros se acortó.
-¿Y si te beso de nuevo, correrás?
Le miré a los ojos por un par de segundos, y le sonreí.
-No ésta vez.
Él sonrió, encajando sus labios hacia los míos por segunda ocasión, y dándome a comprobar que si llegase a salir lastimada de esto... probablemente lo valdría.