Capítulo 33.
Luhan estaba siendo introducido a una de las habitaciones, y cuando caminé tras de él, aún entre lágrimas, una de las enfermeras me tomó por los hombros, y me abrazó, impidiendo que yo pudiese entrar a la habitación.
-Déjame pasar, por favor... -le dije, mientras le lloraba en el hombro.
Ella me abrazaba con fuerza como si me conociera, y como si comprendiese mi dolor. Como si algo en ella, o algo en mis ojos le hubiese dicho todo el dolor que yo sentía.
Lo único que necesitaba, era verle salir sonriente de esa habitación, y que viniese hacia mí para darme un fuerte abrazo. Pero lo único que quería, era verle abrir esos ojos marrones una vez más. Verle sonreír, por última vez.
-No puedo, de verdad, no puedo -me dijo-. Lo harás, lo harás muy pronto. Los medicamentos lo salvarán. Confía, solamente confía -me dijo.
No supe cómo fue que se enteró de que Luhan había tenido una sobredosis, o de su intento de suicidio, pero lo sabía, y en cierta forma, tenía idea de lo que estaba sintiendo.
-Quiero verlo -le dije.
-Sé que quieres, y lo harás
-Necesito verlo ahora.
-Lo sé.
-Necesito saber que está bien... -le dije, y ella me sonrió un poco.
-Confía en que será así.
Me ayudó a sentar sobre una de las sillas. Silla próxima a la de Minseok, quien refugiaba su rostro entre sus manos.
Pero yo no tenía fuerzas ni ánimo como para eso. Solamente recé. Recé en voz alta, y a voz quebrada. El suelo se inundó de mis lágrimas, y Xiumin se giró hacia mí. Me abrazó con muchísimas fuerzas, y eso lo empeoró todo. Los chicos lloraban, y lo hacían por mares, pero la que más había resentido la situación, había sido yo.
-Todo va a estar bien -Xiumin me dijo al oído-. Va a luchar porque ha luchado toda su vida, y va a luchar porque quiere verte una vez más.
Miré a los ojos de Min. En su mirada había tanta ternura. Tanta fé para mí. Tantos: "todo va a estar bien" que comencé a creerle. Me besó la frente con suavidad, y yo recosté mi cabeza en su hombro.
Cerré mis ojos, y comencé a rezar una vez más. Sehun rezaba. Rezaba con sus manos juntas, y hasta más no poder. Lay lloraba, y frotaba sus ojos con tanta brusquedad. Pero Chen miraba hacia el Cielo. Quizá se preguntaba cómo era que una idea así se le había cruzado por la mente.
Recé por treinta minutos, y después, pude percibir cómo una puerta se abría de par en par, y cómo un par de luces provenían de ésta. La misma enfermera que me ayudó minutos atrás, era la misma que caminaba ahora hacia mí. Cuando alcé la vista, y crucé miradas con la suya, ella me sonrió.
-Puedes pasar a verlo.