Por el resto de nuestros días.

146 14 4
                                    

Capítulo 40.

¿Qué me importaba siquiera lo demás? Estaba con Luhan. El atardecer yacía sobre nuestras cabezas, y sonreía victorioso, tanto como nosotros; lo habíamos logrado. Habíamos superado y resuelto salir adelante, por más duro que pareció ser. Supongo que... jamás me sentí tan en casa. Y, era extraño, porque no estaba en ésta. Estaba junto a la persona que más amaba en la vida, y debía decírselo. Tenía qué decírselo. Y era ahora, o era nunca.

Observé su claro rostro una vez más. Pálido como la nieve, mientras sus cabellos se camuflajeaban entre los últimos rayos del sol del día. Sus ojitos obscuros clavados hacia los míos, pendiente de cada una de mis palabras, y agradeciéndome por haberle salvado la vida.

-Cuando miro entre tus ojos -me susurró-. Juro que puedo observar hasta el último pedazo de tu corazón.

-¿Y qué te dice mi corazón?

-Está feliz.

-¿Sí? ¿Y por qué lo está?

Él sonrió suavemente y se alzó de hombros con mucha suavidad.

-Dímelo tú.

-Está feliz porque está junto a ti. Porque aprendió a amarte con todo su ser, y con cada pedacito de éste. El corazón que observas al mirar a mis ojos es uno que late por nadie más que por ti.

-Mira en mis ojos -me indicó.

Así lo hice, y me perdí entre éstos al instante. Era como un hechizo. Como si me adentrara a una cueva que me guiaría al paraíso más hermoso... solo que yo ya me encontraba en éste. Un paraíso totalmente lejano al que creí desde siempre, porque éste paraíso era él.

Nadie y nada más que él.

-¿Puedes ver mi corazón?

-Sí -le dije.

-Está vivo. Yo estoy vivo.

-Lo sé.

-¿Sabes por qué estoy vivo?

-¿Por qué lo estás?

-Estoy vivo por ti.

Tomé una bocanada de aire que dejé escapar sobre mis labios, como si no hubiese sido capaz de respirar desde que le había conocido. Y era verdad; nada más que la verdad. Me arrojé sobre sus brazos con agilidad, y permanecí abrazada a él por largos minutos. Ninguno decía nada, y con nuestros rostros ocultos entre nuestros cuellos, suspiré:

-Lu... ¿por qué Cerdeam?

Él alzó su vista rápidamente, seguido de una pequeña sonrisa.

-Todo éste tiempo me llenaste de Cerdeams, y yo lo hice igual... dijiste que me dirías lo que significaba. Dime, Luhan... ¿qué es Cerdeam?

Él soltó una pequeña carcajada, como si su significado fuera demasiado, o quizá, perfectamente notorio. Me tomó por ambas manos, y comenzó a trazar círculos con su dedo pulgar sobre éstas.

Me observaba con ternura. Juro que jamás le había visto observar a alguien de ésta manera. A nadie, jamás... yo era la primera, y quería ser la última, porque sabía que yo lo miraba de ésta forma también.

-Cuando me preguntaste qué era lo que éramos, yo te respondí que quería serlo todo, ¿verdad? Pero que tenía miedo, y tú también lo tenías. Los dos teníamos mucho miedo de querernos, pero siempre estuvimos muy, muy cerca de amarnos. Estuve tan cerca de amarte en el momento en que te besé por primera vez, y temí cuando saliste corriendo. Estuve tan cerca de amarte cuando... cuando te vi por primera vez, por más ridículo que logre escucharse -rió suavemente-. Estuve muy cerca de amarte desde que vendaste mis cortadas... desde que no me juzgaste, yo ya te sentía amar. Me sentía tan cerca de amarte cada segundo que estuvimos juntos, y cuando te observé allí, en el hospital, salvándome la vida, me di cuenta de una cosa... estuvimos muy cerca de amarnos durante tanto tiempo, que éste amor es una forma muy distinta de amar. Descubrí que te amo con cada parte de mí, y con cada centímetro de mi cuerpo, que es tuyo.

-Cerdeam... -dije, conectando todas y cada una de las letras, formando la perfecta oración. Las palabras corrían por mi mente; estuvimos muy cerca de amarnos durante tanto, tanto tiempo.

-Cerdeam después se convirtió en nuestra palabra. Nuestro sello de amor. Lo que nos hacía inseparables -murmuró, antes de tomarme por la mejilla, y apegar su frente junto a la mía-. Tenía tantas ganas de amarte... de amarte para siempre, y el día de hoy lo hago. Yo te amo.

Mi corazón se detuvo en un millón de segundos consecutivos, pero al mismo tiempo, se aceleraba y lo hacía con una rapidez exagerada. ¿Cómo era posible que sintieses a tu corazón detenerse, y al mismo tiempo acelerarse con fuerza? Esto había estado sintiendo desde que le conozco. Desde que me di cuenta de que luego de estar muy cerca de amarnos, él se había convertido en todo mi mundo.

-Lu, yo también te amo. Te amo locamente. Te amo y quiero que sea para toda la vida.

-Dímelo otra vez... -murmuró contra mis labios.

-Te amo. Te amo para siempre, te amo como si fuese la única cosa por la cual nací. Comienzo a creer que es así. Te amo, porque es lo mejor que sé hacer.

Él sonrió de oreja a oreja. Me sonreía a centímetros de mis labios, y su calor me inundaba por completo. «Bésame» pensé, y después me di cuenta de que podía alzar la voz de ahora en adelante.

-Luhan, bésame.

-¿Cuánto?

-Hasta el fin del mundo.

-Quiero preguntarte algo primero.

-¿Qué?

Pídeme que sea tu novia. Por Dios, solamente... hazlo. Te amo tanto, te amo de una forma distinta a la cual los novios lo hacen. Sé que ya no tenemos comparación. Ni una gota de nosotros puede compararse al resto de las personas. A ni una. Era tan feliz en éste minuto... un millón de corrientes eléctricas me recorrían enamoradas sobre el cuerpo, y ésta sensación era nueva para mí también. Jamás, hasta el día de hoy había sentido esto.

Pero Luhan lo había logrado. Lo había logrado con cada beso, y con cada cerdeam que me había dedicado a lo largo de todo este tiempo. Quería tenerlo conmigo. Quería tenerlo para mí durante el resto de mi vida.

-Cásate conmigo.

Fin.

×No hay epílogo×

Outstanding.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora