Capítulo 38.
Los chicos entrarían por esa puerta en cualquier instante. Lo harían con una enorme sonrisa en el rostro, porque sabrían que Luhan lo había logrado. Así había sido siempre. Solemos emocionarnos más por otros más que por nosotros mismos. Y la cuestión era la siguiente: cuando amas a alguien, tú cuidas de su felicidad como si fuera la tuya, porque al final del día, lo es. Su felicidad es la tuya.
Había algo en el mirar de Luhan. Algo que era distinto. Quizá algo nuevo había nacido en él, así como él había vuelto a nacer. Miré por última vez al reloj, que ya corría una vez más. El reloj ya corría, y lo hacía el tiempo también. Había vuelto a vivir.
Ya respiraba una vez más.
El médico salió por esa puerta al mismo tiempo que los chicos entraban, y corrían hacia Luhan con sus palmas al aire, orgullosos de él. Orgullosos de que su amigo había salido de ésta. De que lo había logrado.
Yo sonreía; sonreía como nunca, porque estaba muy orgullosa de él. Observé cómo Chen corría hacia él, e incluso palmeaba su hombro con fuerza. Luhan chocó su mano contra la suya, y ahora ambos reían como locos.
Miré a Xiumin posar su mano sobre el hombro de de Lu, y mirarle con el corazón sobre sus propios ojos. Sentía tanta ternura por él en esos momentos, y tan solo segundos después, observé a Lay aproximarse hacia mí:
-¿Cuándo podremos salir de aquí?
-En cuestión de nada -respondí a todo pulmón, y con una sonrisa de oreja a oreja-. El médico ha dicho que podemos hacerlo en cuanto deje de fluir su medicamento.
Él se sentó a un lado de mí, y con las manos entre sus piernas, me observó sonriente.
-Cuando salgamos de aquí, llévatelo. Ve con él a algún lugar en donde puedan estar los dos. Solamente los dos. Luhan disfruta muchísimo estar contigo -me dijo Lay-. Lo disfruta muchísimo. Es una persona diferente al estar contigo, y lo necesita. Lo necesita ahora.
Yo asentí con la cabeza en una media sonrisa, y jugueteando con aquel envase sobre mis manos, decidí dejarle de lado. Finalmente me giré hacia él.
-Yo también soy alguien diferente al estar a su lado.
-Pero son la misma persona al estar juntos.
Yo solté una pequeña risita.
-Lo somos.
-Entonces, solo quiero que lo hagas. Por nosotros no te preocupes, que ya le tendremos muchísimo tiempo para nosotros.
-Quisiera tenerlo para toda la vida.
-Sé que lo amas mucho.
Mi corazón se estremeció con aquello último. Era verdad. En éste tiempo me había dado cuenta de algo que debía decirle. Pero lo haría cuando estuviésemos a solas, porque era algo en verdad importante para mí. Para nosotros.
A Lay le dediqué una enorme sonrisa. Supongo que ese tipo de personas era única. Deberían de existir más personas como él en la tierra: esas que te hacen sonreír con la más mínima intención.
Pero ahora el tiempo corría más rápido. Junto a los chicos miramos un programa de televisión. Era un concurso, y Luhan y yo sabíamos todas las respuestas. Xiumin siempre fallaba, y todos reíamos por su intento. Al final de cada pregunta, él diría que él estaba equivocado, y que era él quien tenía razón.
Incluso las enfermeras brindaron a los chicos un par de sábanas puesto que el clima del lugar era ahora más fresco. Pero lo único que ansiaba era que el doctor pudiese indicarnos la salida.
Luhan y yo nos tomábamos de las manos en el momento en que la puerta se abrió una vez más, y observamos a un sonriente doctor con un brillo enorme en los ojos, y su bata perfectamente blanca y limpia. Admiraba su profesión con todo mi ser. Pero le adoraba porque había salvado la vida de la persona que más me interesaba en todo el mundo.
-¿Ya podemos llevarnos al niño? -cuestionó Chen, de pronto, y Luhan soltó una pequeña risita piadosa. El médico miró a Chen a labios curvos y decidió asentir con la cabeza.
-Sí. Efectivamente, los medicamentos han sido dados a la perfección, y él está totalmente fuera de peligro. Le pediré a las enfermeras le retiren el suero y ayuden a levantar. ¿Cuál es tu nombre? -me cuestionó el médico, de pronto girándose hacia mí y observándome a los ojos.
-______ -le murmuré en la sonrisa más grande de la historia.
-Bien, tu madre ha respondido por él, ______. Así que no deberías preocuparte por su papelería. Será dado de alta en un par de minutos, y para ello, necesitamos que ustedes, chicos, le den un poco de espacio.
-Esperaremos afuera -soltó Sehun, quien tomó al resto de los chicos por los hombros y les encaminó hacia la puerta.
Luhan aún no soltaba mi mano. Ahora le apretaba con más fuerza. Tenía miedo. Yo le acaricié suavemente, y me incliné para besarle.
-Esperaré por ti -le susurré, y él me asintió. Me asintió tan seguro de sí mismo, que quise llorar como un bebé por un par de segundos.
Solté su mano con suma precaución, me di la vuelta, y encaminé hacia la puerta. Hice la señal de la cruz sobre mi frente, y di gracias a Dios. Le agradecí infinitamente, una y otra vez.
Ahora mis pies me dirigían hacia la salida del hospital, en donde el resto de los chicos aguardaban por mí. Mis pies se encaminaban hacia quizá, mi felicidad junto a Luhan.
Dejaría de ver éste blanco suelo para observar aquellos ojos marrones por el resto de mi vida.