Capítulo 16
Aferrado al marco de las escaleras, decidí caminar hacia la puerta, para mirar por la mirilla de ésta. Era un auto bastante familiar, y en ese momento una ráfaga de escalofríos me recorrió por completo. La puerta de el auto se abrió por completo, revelando a un chico fornido, con gafas oscuras se noche, y con una chaqueta de piel color negra caminar violentamente hacia casa.
Cubrí mis labios con ambas manos. Mis piernas temblaban tanto como mis manos. Mi espalda se aferró hacia la puerta, y me aseguré de que los candados estuviesen colocados. Era tanta mi desesperación que me aferré con muchísima fuerza a la puerta.
-Luhan, por Dios... -susurré para mí misma, mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos.
Su hubiesen palabras, o incluso, algo que pudiese describir a la perfección lo que sentí en ese momento, estaría salvada. Pero no lo había. Ni siquiera había nada que pudiese pensar para salvarme de ésta. Etan estaba allí afuera, y estaba dispuesto a hacer una locura.
Escuché a alguien golpear la puerta con todas las fuerzas del mundo, y en ese momento quise llamar a la policía. Pero había llamado a Luhan. El teléfono estaba un tanto lejos, y si me alejaba de allí, tal vez la puerta podría abrirse.
Un millón de pensamientos recorrieron mi mente, y la tensión del momento no ayudaba. Mi corazón se salía. La puerta estaba siendo golpeada muy bruscamente, y su voz resonaba en mis oídos:
-Maldición, ábreme la puerta -exclamó desde el otro lado de ésta, y golpeó, golpeó con más fuerza. De pronto, hubo un gran silencio. Respiré un poco, pero temblaba tanto, que ni siquiera logré observar por la mirilla.
Antes de hacerlo, hubo un gran ruido. Eran vidrios. Era la ventana, la ventana había sido golpeada con tanta fuerza que los vidrios volaron por toda la sala.
Corrí escaleras arriba, y decidí ir en busca de mi teléfono. Estuve a punto de tropezar en el último escalón, pero él intentaba entrar por la fuerza en la ventana. Apenas logré coger el teléfono entre mis manos, llamé a la policía.
-Ayúdenme, por favor -exclamé entre lágrimas.
-Dígame qué es lo que sucede.
Tanta paciencia a mitad de mis lágrimas me afectaba tanto.
-Por favor, ayúdenme -exclamé una vez más, mientras desde las escaleras podía observar cómo Etan introducía ambas manos por la ventana.
-Dígame qué es lo que sucede -me repitieron. Lloraba tanto, tanto que creí que no lograría explicarle qué era lo que sucedía.
-Alguien está entrando en mi casa.
-¿Reconoce a esa persona?
-Sé quién es.
-Dígame sus datos.
-Por favor, solamente ayúdenme.
Mi teléfono cayó en el momento en que Etan escaló por la ventana, y ya posaba ambos pies sobre el primer sofá bajo la ventana. Mi corazón se detuvo, e intenté correr escaleras arriba. Exclamé mi dirección. La exclamé a todo pulmón sabiendo que la señorita le escucharía.
Corrí hacia mi habitación. Lo hice lo más rápido posible. Escuché un par de pasos correr detrás de mí. Estaba a tan sólo centímetros de la puerta de mi habitación, cuando logré entrar y poner seguro tras de mí. Y cuando me giré, la ventana estaba abierta. Había alguien allí. Exclamé entre mi llanto, y corrí hacia esa persona.
-¡Luhan, por Dios! -le exclamé, mientras me aferraba a su cuerpo, y él me abrazaba con muchísima fuerza.
-Tranquila, nada va a sucederte. Te lo prometo. Escúchame bien, ¿ya has llamado a la policía? -me dijo, mientras me tomaba por el rostro, y Etan golpeaba la puerta con todas sus fuerzas. Asentí. Asentí frenética.
Estaba congelada. No sabía qué hacer, decir o pensar. Luhan solamente tomaba mi rostro entre ambas manos, y me hacía mirarlo con muchísima fuerza.
-No voy a permitir que te haga daño. Quédate aquí.
-Luhan, no. La policía viene en camino. No salgas -le rogué.
-Vas a estar bien -me dijo, mientras se alejaba de mí suavemente. Le jalé del brazo con toda la fuerza posible, y le hice permanecer a mi lado.
-¡Luhan, tú no irás a ningún lado! ¡No sabes qué es lo que pueda hacerte!
-Pues no esperaré a que te haga daño.
-Quédate conmigo, Lu. Solo quédate conmigo, y nada va a sucederme -le rogué.
Él, asustado, me miró suavemente, y me besó en un intento de tranquilizarme.
-Te quiero -me dijo-. Y me importas. Me importas muchísimo. Y nada va a lastimarte.
De pronto, la puerta se abrió de par en par. Justamente cuando creí que todo estaría bien, empeoró. Así era siempre. Exclamé con todas mis fuerzas, mientras Etan, con lo que parecía ser un bate entre sus manos, caminaba bruscamente hacia nosotros.
-¡Etan, por el amor de Dios, no cometas una locura! -le exclamé, mientras me miraba como jamás creí que alguien lograría mirar. Sus ojos irradiaban nada más que odio. Pánico, pánico era lo que los míos irradiaban.
Luhan se posó frente a mí.
-¿Eres lo suficientemente estúpido como para lastimar a una mujer? -Luhan le exclamó en el rostro, mientras me hacía hacia atrás con su cuerpo.
Etan estallaba.
-¡Respóndeme! -le exigió.
-¿Quién te crees que eres? ¿Sabes lo que soy capaz de hacerte, o hacerles? Tú no me conoces.
-No hace falta hacerlo, porque alguien que tiene intenciones de lastimar a una mujer simplemente no merece ser conocido.
-Etan, la policía está en camino.
-¿Llamaste a la policía? -soltó una enorme carcajada-. Claro, porque tu noviecito jamás podría contra mí.
-¿Qué es lo que quieres y esperas de mí? -le dije, mientras Luhan aún me protegía.
-Me debes mucho. Me debes todo. ¿Así es como me pagas? -me dijo, y de pronto, me sentí tan vulnerable.
Luhan dio un paso hacia el frente, y le empujó con fuerza.
-¡No le hables de ese modo!
Pero Etan no lo resistió. Golpeó su rostro con el puño cerrado, y caminó hacia mí. Me tomó por el cabello con todas las fuerzas del mundo, y de pronto, ya yacía sobre mis rodillas. Las sirenas de la policía ya resonaban sobre nuestros oídos. Etan miró por la ventana, y maldijo entre exclamaciones hacia el Cielo.
Soltó mi cabello, y yo me quejé. Arrojó el bate por la ventana, y saltó de ella con bastante precaución. Desapareció de nuestra vista, y finalmente, pude divisar el cuerpo de Luhan con el rostro hinchado a un lado de mi habitación.