Capítulo 18.
Tomé el teléfono móvil entre ambas manos, y sonriendo, asentí hacia éste, como si Luhan fuese capaz de mirarme. Parecía loca...estaba loca por él, y lo detestaba. Detestaba con todo mi ser que me hiciese sentir todas éstas cosas.
-Ella se muere por conocerte... -le dije, y automáticamente, mordí mi labio inferior ante una pequeña risa que soltó. Su reír era precioso.
-Yo también me muero por conocerla.
-Te veré aquí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-Te quiero... -le dije.
-Yo también te quiero -dijo, y sabía que sonreía.
Colgué el teléfono móvil, y finalmente, me dispuse a arreglarme un poco. Luhan estaría en camino a conocer a mi madre, y eso me alteraba los nervios. Mamá ya no estaba molesta por eso último, y tampoco estaba tan confundida. Le había dicho que Luhan era mi héroe, y faltaba que lo creyese.
Me duché y acomodé el cabello un poco. Me coloqué la ropa, y sin más, bajé para esperar a Luhan. Mamá preparaba la comida. Desde que le dije que vendría, ella estaba muy feliz. Supongo que, si a mí me hacía feliz, a ella más.
-¿Cuánto demorará? -me cuestionó, mientras yo yacía sobre el sofá con el móvil entre las manos. Reposé mi cabeza sobre el sofá, y le miré desde la sala hasta la cocina.
-No mucho, mamá. Es de sobremanera puntual.
-Eso es algo bueno.
Yo reí.
-Lo es.
Entonces, el timbre sonó, y mi corazón se detuvo. Arrojé el teléfono móvil, y me levanté corriendo. Tanto así, que estuve a punto de tropezar con una de las patas del sofá, pero finalmente, llegué hasta la puerta.
-¿Está aquí? -preguntó mi madre, mientras acomodaba su delantal, y caminaba hacia la puerta. Yo asentí sonriente, y jalé de la perilla.
Allí estaba él. Tan sonriente, y hermoso. Con ambas manos sobre los bolsillos de sus pantalones, y sus ojos marrones clavados sobre los míos. Una enorme sonrisa se divisó en sus labios.
-Hola, Luhan... -le dije, mientras él se aproximaba para darme un fuerte abrazo-. Ella es mi mamá -le dije, tomándole por el brazo, y encaminándole hacia ella.
-Buenas tardes, señora. Es un placer -dijo lo bastante sonriente como para cegar a mi madre, le extendió la mano, y ella le saludó bastante feliz. Lo sabía, mamá lo amaría. Solo esperaba que lo hiciese siempre, y no solo porque yo estaba frente a ella.
-El gusto es mío, hijo. Ella me habla mucho de ti.
Le dediqué a mamá una mirada asesina.
-No tanto... -le dije.
-¿Bromeas? ¡Te hace tan feliz! ¡Pareces una muerta en vida al hablar de él! -mi madre exclamó por completo, mientras alzaba sus manos de la forma más dramática de todas.
-¡Mamá, me avergüenzas!
-Siempre, querida. Ese es mi trabajo -rió, mientras Luhan lo hacía también. Ella se encaminó y le dijo a Luhan que pasase. Se encaminó hacia la cocina por un par de minutos, y Luhan se aproximó hacia mi oído:
-¿Te hago feliz? -sonrió, en un tono medio burlesco.
-Muchísimo -le dije, girándome hacia él, y esta vez, encarándole.
Él sonrió.
-Tú también me haces feliz.
-¿Sí?