Maravillas sobre mí...

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Capítulo 6.

Estoy segura de que si fuese... más valiente, solamente una gota más, nada de lo que me sucede ahora, sucedería. Si tan sólo fuese como me pienso, si tan sólo fuera... fuerte. Si tan sólo tuviese en mi posición un poco de valentía, yo podría lidiar con todo lo que me aturde.

Pero no lo soy. No soy ni valiente, ni fuerte. Soy lo que se podría llamar, débil. Dime, ¿d...e qué sirven las gotas de lluvia que escurren por mis ojos, si nadie las nota, y el mundo no se detendrá por ellas?

-¿Hola? -Dije finalmente, mientras atendía mi teléfono móvil, que había estado sonando desde hace más de cuarenta minutos. Debía ser una verdadera urgencia; insistir tanto, y así, debería ser preocupante.

-¡Hasta que te resignas a contestar! Después de haber dejado al pobre Etan más solo que un perro, era lo único que podías hacer, ¿o no?

-¿No era lo que querías? ¿A Etan para ti? Pues, si tanto deseabas a ese patán, ¿por qué no vas y lo consuelas un poco?

-¡Hey, hey! -Dijo en un tono chillante una chica que no tenía el valor de llamar "amiga". Soltó una pequeña risita que me lastimó el tímpano, y regresó a la llamada. -Calma un poco, _______. Exageras todo un poco. Dime ya y de una vez que sucedió.

-No quiero dar muchas explicaciones. -Le fui gentil. -Lo nuestro nunca funcionó.

-No, no es eso. Debe ser algo más.

-¿Hace falta explicarlo? Ese chico me agrede. No me ama... es algo terrible lo que siente por mí. No es cariño, es odio. Me detesta, y yo a él. Mis moretones lo explican, y mis heridas también.

-Guau... no tenías qué ponerte así.

Rodee mis ojos. Estaba cansada.

-Está bien.

-¿Saldremos hoy?

-No... hoy no.

-Vamos. -Rió. -Sé que ya no soportas a tu madre. Sal un poco. Es más... -Dijo, haciendo una pequeña pauta. -Paso por ti en diez minutos y vamos al centro comercial.

Despejarme me ayudaría un poco. Pero, ¿el centro comercial? Muchísima gente. No me llevaba bien con la gente. Terminé accediendo gracias a ese pequeño tono de ella. En realidad no me gustaba mucho pasar el tiempo con ella, porque, sabía que ella no sentía un cariño por mí. Era más falsa nuestra relación.

Terminé por escabullirme en la puerta principal, dándome cuenta de que mamá ya no estaba en casa. No sabía en dónde estaba el día de hoy. De aquí, hacia allá... en su "trabajo" o a veces no. Le agradecía que fuese sincera, y me dijera en dónde estaba, en lugar de mentirme las veinticuatro horas del día.

-¡La luz del día te ha dado! -Ella exclamó desde su auto, a través de unas lentes de sol enormes. Sonreí suavemente.

-Eres muy graciosa, ¿o no?

-Un tanto, sí. Entra. -Me ordenó por la ventanilla, mientras yo daba un salto en el aire, y caía dentro de su automóvil. Con las manos sobre el volante, observó a mi casa por un par de segundos, y aceleró con lentitud.

-Así que... ¿a qué hora partieron anoche? -Le cuestioné.

-En el momento en que Etan entró al salón de fiestas y comenzó a golpear a los invitados. Estaba verdaderamente molesto.

-¿Golpeó a alguien?

-A varios. Fue un gran escándalo. Estaba tan furioso que temí lo peor por ti. Salimos las chicas y yo, pero sin embargo, no te encontramos. ¿En dónde estabas?

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