Capítulo 23.
Al llegar a casa, me aferré del brazo de Luhan, y le ayudé hasta llegar a la puerta. Ambos pensábamos en una buena excusa para decirle a mamá qué era lo que había sucedido, y creí que lo mejor de todo, sería contarle la verdad. Tal vez ella pudiese ayudarnos, o hacer lo posible por hacerlo.
Miré a Luhan con cuidado, y decidí decirle:
-Mamá sabe sobre tus cicatrices.
-¿Le has contado?
-No. Pero, ella las vio.
Él bajó la mirada, hasta que se encontró con sus zapatos, y los míos. Le agarré por el brazo aún más fuerte, y posé mi rostro sobre su hombro, mientras ambos tocábamos el timbre de casa.
-Dijo que eras igualmente maravilloso, y que eras demasiado lindo como para hacerlo.
Él sonrió. Estaba aliviado de escuchar eso.
-¿Ah, sí?
-Sí.
-No quería preocuparte.
-Lo haces, cariño. Lo quieras o no -le dije en una comprensiva sonrisa, y le acaricié el brazo con precaución.
Mamá atendió a la puerta con esa sonrisa de oreja a oreja; nos había visto por la mirilla antes de abrir. Al ver a a Luhan, y a mí de su brazo, soltó un tremendo grito:
-¡Hijo, hija, pasen! -estaba bastante eufórica, y era solo porque Luhan estaba allí. Como lo dije, se había enamorado de él.
-Hola, mamá. Lamento no haber venido a casa anoche -me excusé-. El tiempo voló.
-Está bien, cariño. Pero ni siquiera llevaste tu celular. ¡Le dejaste aquí! -dijo, mientras Luhan y yo caminábamos sobre el sofá.
-Lo sé, mamá, y lo lamento. ¿Puedes traer el botiquín de emergencias? -le pregunté, mientras Luhan y yo nos posábamos sobre el sofá. Él se sentó con cuidado, y no reposó su espalda sobre éste debido al infinito dolor que sé que sentía.
-¿Quién está herido? -mamá cuestionó rápidamente, mientras escuchaba un ligero gemir de parte de Luhan. Inmediatamente corrió a la cocina en busca de éste, y vino corriendo hacia nosotros con aquella caja blanca entre sus débiles manos.
-Gracias, mamá. Es Luha. Está algo lastimado -le dije, mientras le hacía a Luhan una seña, y él se removía la camiseta por encima de sus hombros.
Los ojos de mi madre estuvieron a punto de abandonar sus órbitas, y cubrió su boca con ambas manos, en gesto de que estaba en verdad alarmada, y bastante sorprendida.
-Estoy bien, señora -Luhan le sonrió cálidamente-. Estoy bien.
Siempre tan dulce, y siempre tan adorable. Era demasiado, en realidad, demasiado para mí.
-Pero, ¿qué ha sucedido? ¿Tuvieron un acciente? -preguntó mi adorable madre entre exclamaciones, mientras corría a rodear el sofá, y posaba ambas manos sobre los moretones de Luhan.
-No, señora... bueno, en realidad... -dijo, y yo tomé a mamá por el brazo-. Fueron hechas por mi padre.
-¿Qué?
-Mi padre estaba molesto conmigo, y... -ella le interrumpió rápidamente.
-¿Cómo que tu padre te hizo ésto? No puede ser. ¿Y tu madre? ¿En dónde estaba ella?
-Cálmate, mamá... -yo le dije, acariciando su brazo, y haciendo que se sentase a su lado.
-No se preocupe... -Luhan repitió una vez más con una enorme sonrisa-. No regresaré.
-¿No regresarás? Bendito Dios... -exclamó-. Y, ¿en dónde permanecerás?
-En el café. Allí estoy normalmente -dijo, mientras yo comenzaba a frotar aquel líquido de color azúl sobre su espalda, repasando uno a uno los músculos de ella, y muriendo suavemente. Era tan fuerte.
-Oh... -mi madre dijo, alzando ambas cejas en repetidas ocasiones. Tosió falsamente-. Mi hija está allí prácticamente todo el día.
Luhan sonrió.
-Lo sé, allí la conocí.
-¡Todo éste tiempo me mintió! -mi madre soltó una carcajada-. Me hizo creer que era adicta al café, pero, ¡era adicta a ti! Mamá, voy al café... sí, cómo no. Más bien, iba a ver a Luhan -dijo entre risas, mientras Luhan soltaba una enorme carcajada, y yo me ruborizaba lo suficiente.
Hundí mi rostro entre la espalda de Luhan, e intenté ocultar lo ruborizada que estaba.
-¡Mamá! -le exclamé.
-Está bien, está bien... admítelo.
-¿Admitir qué? -me hice la desentendida.
-Que eres adicta a mí... -Luhan se inclinó hacia mí, para susurrarme en un tono bajo, y profundo. Existía una pequeña sonrisa en el lado derecho de sus labios, y yo le sonreí suavemente. Ahora nos mirábamos a los ojos, y el tono de su voz aún me provocaba escalofríos.
Solamente le sonreí, y sin dejar de dar palmaditas sobre su espalda, le dije:
-Soy adicta a ti.
Mamá estuvo lo suficientemente incómoda como para aparentar buscar algo en las paredes, se excusó y levantó. Pocos segundos después, desapareció en la cocina, y se le podía escuchar silbar a lo lejos. Buen trabajo, mamá. Tú sí sabes cómo aparentar.
Continué limpiando la espalda de Luhan. Estaba aún bastante roja, y moretoneada. Coloqué un par de banditas sobre ella, y finalmente, le hice darse la vuelta.
-Listo -le sonreí.
-Mi heroína -sonrió.
-Y doctora -reí.
Él me observaba, y mordió su labio inferior. Sin camisa, y ambos con las piernas cruzadas sobre el sofá, me incliné para tomar un par de banditas mas de el botiquín de emergencia. Las desprendí, y él aún permanecía mirándome, y mordiendo su labio. Estaba perdido, totalmente perdido.
Perdido en mí, tanto como yo en él.
Estaba tan perdido en mis ojos, que por lo bajo, tomé sus muñecas y les cubrí con banditas nuevas. Se percató de ésto de inmediato.
-Ya estás del todo curado -le murmuré, mientras mis labios se curveaban sin querer.
-Mis labios también duelen.
-Mentiroso, no te duelen los labios.
-¡Me duelen! -exclamó bastante dramático.
-¡Oh! ¿Y qué puedo hacer yo? -le pregunté, mientras ambos parecíamos niños mimados.
-Bésalos -dijo en un tono bajo, y con una media sonrisa.
Posé una mano sobre mi barbilla, y aparenté pensar. Entre risas, le tomé por el rostro, y le besé rápidamente.
-¿Siguen doliendo?
-¿Me besarás si te digo que lo hacen?
-Quizá...
-Me duelen.
Yo reí, y le golpeé el hombro con suavidad. Él se inclinó hacia mí, y posó sus labios sobre mi frente. Coloqué una mano sobre su cuello, y le jalé hacia mí con suavidad, ocasionando que él quedase sobre mí en el sofá.
-No te vayas, Luhan... quédate conmigo.
-No me iré a ningún lado.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
-Al café tampoco -reí-. Me vuelvo muy egoísta contigo. Te quiero para mí, y para nadie más.
Él rió muy fuertemente.
-Entonces, me quedo contigo.
-¿Sí?
-Sí.
-Entonces, quédate a dormir hoy aquí