.VIII.

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Estaba sentado en la silla afuera de la oficina del director

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Estaba sentado en la silla afuera de la oficina del director.

Odiaba este lugar.

Alexa estaba separada de mi por 3 sillas, no decía nada, solo miraba el suelo. Ninguno de los dos se atrevió a hablar.

- Mendes, Balan, pasen - hablo la secretaria de el director.

Ambos nos pusimos de pie, la deje pasar a ella primero.

Nos paramos frente él, él estaba mirando todo por el ventanal de su oficina que da al patio.

- ¿por qué lo golpeaste? - se dio la vuelta y nos miró, tenía en la mano la regla con la que nos golpea.

- estaba enojada - apenas y salió la voz de su garganta.

- ¡dilo más alto! - se acercó y se puso frente ella.

- estaba enojada - volvió a decir más fuerte, yo solo podía verla y como estaba apuntó de llorar.

- ¿por qué la hiciste enojar? - hablo el director.

- le pregunté por qué no me hablaba - me miró mal y después regresó a Alexa.

- Estira la mano con la que lo golpeaste - ella solo susurro un no - ¡estírala! - se escucho su grito en toda la oficina.

Ella finalmente soltó una lagrima y estiró la mano... Le temblaba.

Entonces escuche el primer golpe, cerré los ojos y solo escuche como ella soltaba un gemido de dolor.

Escuche el segundo golpe, me dolían más a mi que a ella, escuche el tercer golpe.

- ¡basta! - le grite al director, él me miró mal.

- ¡¿por qué debería parar?! - me grito.

Ahora Alexa solo lloraba en silencio.

- por qué mentí, la moleste, yo la llevo molestando todo el día, toda la semana - el director miró a Alexa.

- ¡¿por qué me mentiste?! - grito molesto mirándome a los ojos.

- no quería que me golpeara - solté bajo - por eso ella me golpeó - pase saliva, esto dolería.

Apenas salió eso de mis labios sentí un golpe en mi mejilla.

Pase duro y mire al director.

- estira las manos - lo hice sin renegar.

Antes de que comenzará a golpearme mire a Alexa, ella aun lloraba y sobaba su mano, estaba demasiado roja.

Sentí el primer golpe, el segundo, el tercero.

- ¡no debes mentirle a tus mayores! - me gritaba mientras me seguía golpeando - ¡no debes molestar a tus compañeras! - golpe tras golpe, después del quinto o sexto dejé de sentir las manos.

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