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5 de noviembre de 1916

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5 de noviembre de 1916.

Estaba comiendo con mi mamá mientras ella me contaba como habían sido los días sin nosotros, aún no tenemos noticias de Andrés, ella tiene la esperanza de que regrese.

Me dijo que rezó cada noche por que regresaramos con vida.

- hijo - escuché la voz de mi padre.

- ¿si? - me puse de pie y camine hasta la sala donde estaba. A su lado estaba mi doctor.

- viene a tu revisión - sonreí y moví la cabeza diciendo que si, di un par de pasos más cuando mi padre volvió a hablar - escuché sobre Alexa - me quedé quieto.

El simple hecho de escuchar su nombre hizo que me pusiera nervioso, mi estómago me dolió al escuchar un gran silencio.

- esta.... - sentí comi mi pecho subía y bajaba más rápido de lo normal.

- esta en su casa - solté el aire y sin darme cuenta una lagrima de felicidad  callo por mi mejilla - pero esta muy grave - volví a mirarlo.

- yo la atendi recién llego - el doctor se puso de pie y comenzó a caminar hacia mi.

- como... Como esta - salio un débil susurro de mi boca.

- mal, muy mal... La hirieron pero la dejaron en una camilla para después tirar bombas de cloro... Se le infecto. No estoy seguro de que sobreviva la semana - sentí como si me hubieran enterrado de nuevo aquella navaja.

Ni siquiera dije algo. Salí casi corriendo de mi casa.

El frío golpeó mi cuerpo, estaba descalzo y solo llevava una camiseta.

Ella no puede morir, no puede dejarme, ya estoy aquí, ya estoy libre de la guerra... No...

Las lágrimas caían de mi rostro sin permiso. Las personas de mi alrededor me miraban sorprendidas. No se si por que no estoy muerto o por como voy con el frío que hace.

Pude ver su casa y corrí aún más rápido, llegué a la puerta y la toque, la toque con tanta desesperación.

La toque como aquella noche, la última noche en la que estuvimos juntos, solo quería que me abriera ella, quería volver a verla, necesitaba volver a verla.

Volví a golpear con mucha fuerza y desesperación la puerta.

Me abrió su padre, en su cara no hubo más que coraje y desaprobación.

- ¡¿que mierda haces aquí, por que no estas muerto?! - me empujó alejándome de su puerta.

- por favor, necesito verla... - ni siquiera tenía ganas de pelear.

- no la veras, ni hoy ni nuca, por que no simplemente la olvidas - gritaba con coraje haciendo que las personas al rededor se detuvieran a mirarnos.

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