13.

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- ¡Fuego, tenemos fuego!

- ¡Fuego!

Elizabeth se desperezó al oír los gritos y aullidos, cosa que ya le había parecido una horrorosa costumbre. Abrió los ojos, ahora completamente despabilada, y se encontró con los de Troy frente a ella. No hubo tiempo para ponerse incómoda o nerviosa por la cercanía del muchacho, ambos dos saltaron de la cama, corriendo las sábanas y comenzando a calzarse las botas.

Troy gemía cada vez que intentaba ponerse su calzado, las lastimaduras de sus pies aún no sanaban. De todas formas tenía que ir a socorrer a los habitantes, así que gritando logró que las botas le entraran, apretándole los raspones y callos.

Ambos dos llegaron a la puerta de la casa en tiempo récord, pero Elizabeth corrió en dirección contraria al fuego, desorientando al muchacho de contextura fuerte.

- ¿Qué haces? ¿A dónde vas?- le reprochó Troy, calzándose una camisa que lo cubriría del frío.

-Tengo que ir a buscar a Trevor.

- Tú quédate, yo voy.

Pero la pelirroja negó, corriendo hacia la dirección contraria con el rifle de Madison ya en sus temblorosas manos. La gente corría despavorida fuera de sus carpas, todas ellas en dirección a las hogueras de fuego que los rodeaban. 

- El camino hacia la enfermería es más largo, ve hacia el fuego y yo buscaré a mi hermano.- le gritó, ordenandole que hacer.

Troy no tuvo tiempo de protestar, la Irlandesa no iba a dar el brazo a torcer y además el ojiazul no podía correr detrás de ella por más que quisiera.

Elizabeth corrió en contracorriente, chocándose con algunos de los habitantes del lugar que salían de sus viviendas en pijamas o camisones. La enfermería, por suerte, se encontraba cerrada tal cual ella la había dejado antes de irse con Troy.

- ¿Qué sucede?- Trevor ya se encontraba despierto, intentando ponerse de pie como un necio que no aceptaba que no podía caminar.

- Hay fuego, no sabemos el origen.- musitó la pelirroja, tomándolo de un brazo para que el muchacho lograra salir de la camilla.

Trevor reprimió una mueca de dolor, aunque para ser sincero, no lo sufría tanto como antes ahí en la intemperie cuando tenía a aquel animal salvaje prendido de su pantorrilla y Troy intentaba desprenderlo de él sin resultado.

- Iremos a casa, te quedarás ahí.- le ordenó su hermana pequeña, volviendo a cerrar la enfermería para que nadie intentara robar suministros o medicación.

- Tenemos que ayudar.

- Ahora no es el momento, Trevor.


Troy no volvió a la casa aquella madrugada, como ambos Nolan esperaban que hiciera. Elizabeth despertó a los pies de su hermano, sosteniendo su pierna para que esta no le doliera. La espalda le dolía horrores y seguía teniendo la misma muda de ropa que el día de ayer. 

- ¿Te desperté?- le preguntó ella, mientras veía a su hermano abrir los ojos.

- ¿Dormiste toda la noche sosteniéndome la pierna?- al ver como su hermana asintió con la cabeza, le regaló un fuerte abrazo.- deja de preocuparte por mi, Bethie. Estoy como nuevo.

- Es por eso que chillaste toda la noche, ¿verdad?

El silencio lo delató, la pierna le dolía como el demonio pero no quería demostrárselo a Elizabeth o esta no lo dejaría salir jamás sin su compañía. Salir en aquellos tiempos, con los indios declarandoles guerra, era una declaración jurada de muerte y no permitiría poner a su hermana en riesgo.

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora