22.

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La milicia se había ido a horas tempranas para despejar los alrededores de los muertos, la mañana por fin se mostraba soleada y aquello había influido en el humor de los habitantes del rancho. El calor ya venía, con ventiscas pesadas y fuertes rayos que te hacían querer permanecer en la sombra todo el rato. 

Elizabeth rezongó por tercera vez, mientras se secaba el sudor de la frente con la palma de su mano. Dio gracias a su inteligencia de hoy por la mañana, haberse recogido el pelo en un moño y cubrir su rostro con una gorra de verdad había sido una gran idea sabiendo que acompañaría a Alicia a buscar agua y otros recados. El aljibe de agua parecía estar completamente vacío, por más que Alicia bajara la manivela una y otra vez solo salían pequeñas gotas de agua que terminaban por no ser nada. 

- Nada.- susurró la castaña, dándole una mirada de inseguridad a su amiga.

- Todavía tenemos el pozo, y una pequeña reserva de botellas.- la pelirroja intentó animarla adrede, aunque sabía que de todas formas con la llegaba de Walker y su gente el consumo de agua aumentaría grotescamente y pronto se quedarían sin.

- Es un recurso limitado, y los recursos limitados me ponen los pelos de punta.

- Para ya, encontraremos una solución.- el pequeño golpe en el hombro que le dio a su amiga hizo que ambas sonrieran.- Deja de llorar como magdalena, estamos bien.

- Disculpa pero tu eras la que lloraba por todo, Ellie.- las amigas emprendieron nuevamente el camino hacia el rancho.- ¿Recuerdas esa vez que Bill Wiggins te tiró del cabello y tu aguardaste pacientemente a que se sentara frente tuya para tomar unas tijeras y cortarle el suyo?

Las risas de las adolescentes retumbaron en el campo desierto, no podían parar de reír cuando estaban juntas y no había mejor medicina que esa para un apocalipsis como aquel. Desde pequeñas, siempre se las regañaba por estar riéndose hasta en los momentos más serios y eso no había cambiado al correr los años y volverse más adultas.

- Luego, cuando te dieron detención, lloraste a propósito.

- ¡No fue a propósito, estaba triste!

- Me habías dicho que si mirabas mucho rato a la luz se te empezaban a aguar los ojos, cuando te regañaron no despegaste la mirada del techo hasta empezar a llorar...¡Fue tan obvio!

- Para ya.- Elizabeth la empujó avergonzada, recordando que aquel día si había fingido llorar.- Éramos pequeñas.

- ¡Fue terminando primario!

- ¡Lo ves! Ni siquiera sabía lo que era la culpa para aquel entonces.

- Pero sabías actuar de maravilla.- Alicia pasó un brazo por entre los hombros de su amiga, ya habían divisado el comedor así que sus pasos las estaban aproximando para aquella dirección.- Cuéntame sobre Troy.

- Espero que haya huevos.- comentó sobre las palabras de su ojiverde amiga, esperando a que dejara pasar el tema.

No estaba lista para hablar de Troy aún, no cuando ni siquiera ella sabía responder con exactitud que pasaba con el alto y fuerte muchacho castaño de ojos claros.

- Ellie.

- Estuvimos juntos.

- ¿Te acostaste con él?- Alicia intentó conectar miradas con su acompañante, quien corría de un lado a otro llenando su bandeja de cosas.- Ellie.

- Pues...si.- las manos le temblaban en un intento por servirse el café caliente recién hecho en una pequeña taza.- Ya dos veces.

- ¿Sin besos?

- Oh, definitivamente...muchos besos.- con valor acumulado, la pelirroja se paró frente a la castaña y ahora conectó sus ojos mieles con los verdes juguetones de ella.- Si tú no dices nada de Troy, yo no digo nada de Jake.

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora