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Trevor se encontraba dubitativo, no podía parar de ver la mueca divertida de su hermana desde que ambos se habían reencontrado para empacar sus cosas. Por supuesto que su felicidad se debía a aquel muchacho de rizos castaños y sonrisa perlada, no hacía falta chequear a Troy para saber que se encontraba igual de contento que la pelirroja.

El plan que los tres habían desarrollado a últimos momentos era simple, mantener sus cosas listas y empacadas para que cuando los supervisores hayan sido vencidos, pudieran volver a su ruta inicial con uno de los barcos como recompensa. Por otro lado y si las cosas salían mal, también tenían la obligación de estar listos para partir no sin antes tomar prestada una embarcación.

Resultara como resultara la invasión, la isla sería su destino final.

- Te ves malditamente alegre a pesar de que este lugar volará en mil pedazos.

- Jesús, ¿me vas a castigar por sonreír también?- lo burló la muchacha de cabello rojizo alborotado, doblando sus últimas pertenencias para que todo entrara cómodamente en su tan preciado bolso.

- Solo quiero saber si ahora Troy es mi hermano...o cuñado.

Los hermanos compartieron una mirada de interrogación, Elizabeth no podía lograr comprender porque Trevor estaba tan ansioso por enterarse de la decisión que había tomado la pareja acerca de hacerlo oficial. Trevor, a su vez, tenía miedo de que algo saliera mal. Nadie sabía como acabaría la disputa contra los supervisores, alguno de los dos podía salir herido o inclusive acabar en caminos diferentes y eso los arruinaría de por vida impidiéndoles seguir.

- No presiones las cosas, todo lo que tiene que darse se dará.

- Espero que ustedes no se den, si sabes a lo que me refiero.

- ¡Demonios, Trev!- la botella que tenía la ojimiel en manos acabó por golpear al muchacho en el pecho, no tenía ni las mínimas de ganas de hablar con su hermano acerca de lo que hacía con Troy.

Las carcajadas de los Nolan rebotaron entre las cuatro paredes de la acogedora habitación que les habían asignado para pasar el rato y conservar su equipaje seguro, ahora ya solo compartiendo el lugar con Troy ya que Nick se había reencontrado con su madre y necesitarían su espacio para resolver asuntos pendientes y fantasmas pasados.

Cuatro golpes apresurados en la puerta hicieron que los Irlandeses se mantuvieran alerta quitándole el seguro a sus armas, las risas que habían alegrado los pocos momentos de tranquilidad que les quedaban habían sido reemplazadas por sombrío silencio. Había pasado tiempo desde que Elizabeth no volvía a tener el rifle de Madison entre sus manos, sin embargo estaba segura de que no había perdido la práctica.

Strand ingresó en la habitación atolondradamente sin prestar demasiada atención al posible peligro, y Elizabeth esquivó la cama de un salto abalanzándose sobre el intruso. El cañón del arma larga acabo por apuntar justo en el entrecejo del hombre de tez oscura, quien ya tenía sus manos alzadas a ambos lados de su cabeza.

- ¡Maldita sea, Strand!- la pelirroja sacudió el cárdigan del asustado hombre mudo, y para que este reaccionara le propinó unos amistosos golpes en el hombro.- Casi te vuelo los sesos.

- Estoy al tanto de eso, Cheeto.

Trevor miraba la escena recostado contra la pared, una sonrisa burlona se asomaba por sus gruesos labios y entre sus manos aún descansaba la pistola sin seguro. No había ninguna persona conocida recientemente que le diera buena espina, agradecía que Daniel los haya salvado de los sanguinarios guardias de la presa, pero la forma en la que había tratado a Troy merecía su absoluto odio. Por otro lado, aún no terminaba de descifrar la calculadora personalidad de Strand; El hombre parecía inteligente pero no poseía el tipo de inteligencia que alguien usa para hacer el bien, más bien parecía un ególatra quién siempre tenía un plan para salir bien parado a pesar de que eso conllevara traicionar a sus iguales.

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora