23.

1.5K 124 61
                                    

Las cosas ya habían comenzado a cambiar en el rancho, para bien o para mal ahora debían actuar con precaución si querían que vivir juntos funcionara. La cola del comedor era extensa, Elizabeth se encontraba de brazos cruzados detrás de una anciana que no paraba de chasquear la lengua. Su pelirrojo y chistoso hermano se había entretenido contándole chistes malos hasta que la cola avanzara pero ni siquiera eso podía hacer que el tiempo corriera más rápido.

La fila consistía en que una nueva orden se había dictaminado a partir de aquella mañana: todo aquel que entrara al comedor lo haría desarmado, y para ello debían someterte a un chequeo matutino.

Troy estaba leyendo un pequeño libro de poemas sin levantar la vista de él, cada tanto se chocaba contra la espalda de Trevor pero este ya se había acostumbrado tanto que optó por no darse la vuelta para molestarlo cada vez que lo hacía.

Coop era el encargado de revisar a cada quien que quisiera ingresar al comedor, y lo habían emparejado con Crazy Dog para la tarea, como si eso ayudara a que se unificasen. La anciana frente a Elizabeth no avanzó cuando el indio la llamó, sino que el moreno no logró más que causarle una mueca de inseguridad mientras esta aguardaba a que Coop se desocupase para que fuera él quien la revisara.

- ¿Qué me dices tú, preciosura?- le preguntó Crazy Dog a la pelirroja que seguía en la fila, esta no hizo más que bufar encaminándose hacía él.- Tú no tienes miedo a que muerda.

- Guárdate los chistes para ti.- le susurró amenazante una vez frente a él, aunque alzando los brazos pasivamente a los lados para que el moreno comenzara a registrarla.

Troy no pasó en alto ni un solo movimiento en cuanto oyó la voz enfadada de su pelirroja amiga, reservando el capitulo de su libro para después mientras se ponía frente a Trevor por si a Crazy Dog se le ocurría pasarse de listo. Sus manos vagaron por las costillas de la pelirroja con lentitud, el sentir como la muchacha tragaba saliva nerviosa parecía incitarlo más a provocar al menor de los Otto, así que en cuanto el recorrido lo llevó hasta la espalda de la ojimiel la acercó más a él como si estuviera abrazándola.

- Hey.- el susurró de la pelirroja lo puso alerta, sin embargo Elizabeth aún sabía que el moreno era capaz de pasarse más si la situación se lo permitía. Quería saber que tan lejos estaba dispuesto a llegar antes de que le pateara el trasero.- Cuidado con lo que haces.

- Tengo que asegurarme de que no escondas nada, solo tomara unos segundos.

Troy chirrió sus dientes y apretó los puños con un total enfado descontrolado, la sangre no había tardado en subirle a las mejillas y sus ojos ya estaban oscureciéndose haciendo que su amigo pelirrojo intentara calmarlo en vano.. eso hasta que vio lo que Crazy Dog intentaba con su hermana y también se puso en posición defensiva.

La sonrisa burlona del indio no hizo más que irritar a Elizabeth, quien anhelaba el momento en el que esa situación terminara de una buena vez. El moreno ahora pasó las manos por sus caderas, sus yemas tocaron la cintura descubierta de la muchacha y esta comprendió que solo estaba haciendo eso para hacer que Troy explotara así poder matarlo con justificativo.

- Nada por aquí, veamos más al sur.- en cuanto las manos del moreno fueron a parar a su trasero, todo se descontrolo.

- ¡Te mataré!- el alto castaño de ojos claros se hartó.

Troy corrió a toda velocidad contra Crazy Dog, tomándolo del cuello con ambas manos mientras las venas de sus brazos saltaban notorias por la fuerza que estaba aplicando en su agarre. 

La cabeza del indio golpeó el suelo una, dos y hasta tres veces hasta que Troy logró causarle una gran contusión que comenzó a despedir sangre. Las personas del rancho vitorearon a Troy, al fin alguien estaba haciendo justicia por las atrocidades que pasarían si comenzaban a convivir juntos. ¿Qué sería luego? ¿Violarían a las mujeres una por una cuando se hallaran solas por la noche? ¿Matarían a los hombres para quedarse con lo que tienen?

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora