56.

548 47 8
                                    

- ¡Lola, no!

El grito de Madison fue suficiente para que Trevor reaccionara y tomara a su hermana del brazo para arrinconarla en una esquina segura junto a Troy bajo los escombros, los tres aguardaron detrás de una pequeña barrera de cimientos a que la batalla de disparos acabara, rezando por no acabar con algún rasguño o herida.

- ¡Maldito!- Lola, la reina del agua, continuó con su venganza presa de la furia, había acabado con al menos cinco Supervisores cuando un disparo certero le atravesó el cráneo despojándola de la vida.

Elizabeth escondió la cabeza entre los fuertes brazos de Troy, sintiendo como este le cubría la cabeza con ambas manos de forma protectora.

- Mierda...mierda, ya lo saben.

- Tranquila, piensa en nuestra isla.- la suave y dulce voz del castaño la tranquilizó, tenía que mantener la calma si quería salir de ahí con vida.

Un sujeto con chaleco de cuerina y cabello largo guardó su arma humeante en el soporte de su cinturón, contaba con al menos media docena de soldados cuidando su espalda y no le despegaba la mirada a Víctor Strand, aquel hombre de tez oscura arrojado contra el asfalto intentando cuidarse de una bala perdida.

Por lo que Elizabeth predecía, el hombre probablemente se trataba del Supervisor John.

Si él los veía y sabía quienes eran, estaban irreversiblemente perdidos.

- ¿Qué demonios es esto, caballeros? ¿Qué demonios?





La huida había acabado en total caos, los Supervisores los rodeaban sin quitarles la vista de encima y no habían tenido más remedio que ceder y entregarse antes de que acabaran como la reina del agua. Elizabeth no se había permitido separarse de su hermano, por tantas veces intentaran desconectar sus manos, ellos siempre volvían a encontrar la forma de permanecer juntos.

Troy iba justo detrás de la pelirroja, sin dejar de velar por la bella Elizabeth en ningún momento, clavando su azul e intensa mirada en su espalda a la espera de cualquier paso en falso. Si alguno de los Supervisores se dignaba si quiera a ponerle una mano encima o pasarse con ella, lo haría trizas con sus propias manos sin necesidad de ningún tipo de arma.

- Estoy desconcertado.- susurró John, su andar errático rodeaba a los prisioneros, analizándolos con una calculadora mirada que no daba buena espina. Su reputación tampoco daba buena espina, pero el aspecto que traía era deplorable para tratarse de un matón sociópata. Su espalda sangraba y a cada paso que daba, John largaba una maldición, como si se encontrara gravemente herido.

- Puedo explicarlo.- Strand, rodeado de tres hombres vestidos de chalecos de cuerina ya que se lo acusaba de mentiroso por haber confirmado anteriormente que Lola estaba muerta cuando era mentira, intentó justificarse.

- Seguro que puedes explicarme, pero no quiero oírlo.

- Iba a matarlos yo mismo.- declaró de pronto el hombre, a la espera de una misericordia que nunca llegó.

Uno de los soldados de John le propinó a Víctor un golpe seco contra su mandíbula, el impacto con la culata del revolver logró que el hombre de tez oscura se desplomara contra el suelo. Alicia no quitó la mirada de su amiga pelirroja, quien sutilmente cubría a Troy Otto detrás de su espalda y apretaba con fuerza la cálida y callosa mano de su hermano.

Elizabeth tampoco podía dejar de mirar a la castaña de ojos claros, deseaba con todas sus fuerzas poder envolverla entre sus brazos y asegurarle que todo estaría bien, que volverían a estar juntas y la llevaría junto a ellos a San Clemente, donde jamás tendrían que preocuparse por sobrevivir. Había cierto detalle, sin embargo, que le llamaba sumamente la atención, y este era que Alicia no solo llevaba puesto un chaleco igual al de los Supervisores sino que además pertenecía a un lado de John, como un perro faldero.

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora