Alex tomó una de mis manos y con la otra libre sostuvo mis maletas. Estaba triste puesto que esta sería la última vez que lo vería, estaba muy mal a decir verdad y para agregar el había sido el único en venir.— Listo pequeña — Nos detuvimos cerca del lugar de abordaje
Miré su rostro y tenía una de esas sonrisas que decían que todo va a estar bien.
— Te voy a extrañar mucho. No se que voy hacer sin tus regaños y consejos — Lo escucho reír por lo bajo.
— Te llamaré todos los días, te voy a extrañar — Besa mi frente y me mira con ternura mientras deja mis maletas en el piso.
— Lo siento, por todo — Murmuré contra su pecho.
— No te disculpes cariño, todo va a estar bien — Me calma y sonríe — En las maletas están mis camisetas y buzos, los que más te gustan — Recalcó esto último con una sonrisa.
— Eres el mejor hermano del mundo — Sonreí separandome finalmente de el
Última llamada para el vuelo 326.
— Creo que ya es hora de irme.
— Me temo que si, cuida al pequeño sandía — Lo miro una última vez — Te quiero mocosa.
— Yo más — Dejé un casto beso en su mejilla y caminé hacía el lugar de abordaje.
No miré hacia atrás, sabiendo que me desmoronaria al instante. Pero si el precio a pagar sería separarme de los que quería para no arruinar a mi familia estaba dispuesta hacerlo.
[...]
Salí del taxi colocando bien mi blusa. Observé la construcción delante mía con mucha impresión, La casa no era exageradamente grande si no más bien simple, con un toque hogareño y acogedor. Estaba en medio de lo que parecía ser el comienzo de un bosque y de ahí se escuchaba el sonido de pájaros y el del viento. La tía Rubí según mi padre me contaba siempre había optado por lo simple, lejos de lo extremo y lo lujoso .
El taxista luego de bajar mis maletas se retiró dejándome en frente de la casa. Tomé mis cosas mientras empezaba a caminar hacía dentro de la residencia que hasta ahora nadie daba señales de salir.
— No puedo creerlo ¡estás aquí! — Una señora de estatura media, tes pálida, ojos azules con espesas pestañas y un cabello castaño salió de la casa envolviendome en un calido abrazo.
— Tía Rubí — Saludé con una sonrisa.
— Pero ve que grande estás pequeña flor — Me regaló un beso en la frente — No puedo creer que seas tu, la última vez que te vi tenías cinco años. Ven pasa, acomodate — Sostuvo una de mis maletas dirigiéndome hacía dentro con una sonrisa.
La casa por dentro era mucho más cómoda, estaba decorada simple todo con tonos cálidos y primaverales. A pesar de ser algo pequeña tenía un segundo piso el cual supuse eran las habitaciones.
— Tenía algo preparado para cuando llegaras, ven conmigo — Me encaminó hacía lo que parecía ser la cocina. Dejé mis maletas a un lado de la sala de estar y caminé junto a ella sentándome en uno de los buros de la mesilla — Cuentame ¿cómo fue tu vuelo? Perdón por no ir a buscarte al aeropuerto pero se me presento un problemilla — Habló sacando unas lozas del armario de la cocina.
— Oh no te preocupes. En cuanto a mi vuelo fue algo tedioso pero ya estoy aquí y eso es lo que cuenta — Sonrío débilmente acomodándome más a la silla fijando mi vista a algo que servía.
— Ya tu madre me ha contado del porqué estás aquí — dice después de un largo silencio entre las dos dejándome un plato frente mío.
— Estaré aquí solo hasta que de a luz — Aclaré.
— Eso no es problema, puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras, así no estaría sola. No ocultare mi emoción por la noticia pero a la vez estoy asombrada — Menciona señalandome para luego pasarme un plato con lasagna .
— ¿Porqué te emociona? — Veo el plato con algo de duda.
— Será como cuidarte a ti otra vez — dijo con una cálida sonrisa.
— Fue un error lo sé. Pero, este bebé no tiene la culpa de nada y la verdad es que ya lo quiero — coloco una mano en mi plano vientre me mira con cariño mientras se acerca a mi.
— ¿De cuánto estás? — Pregunta enternecida.
— Tres meses recién cumplidos.
— Ese bebe merece todo el amor que se que va a tener de tu parte — Pasa una de sus manos por mi pelo.
— Así será tía.
— Come cariño, ahora debes comer por dos — Río levemente.
× ×