1 semana después
Estaba sentada en la cocina haciendo un pequeño pastel de chocolate y justo ahora estaba decorando la parte de arriba. Realmente no sabía para que lo hacía si luego iba a comerlo pero me apetecía hacerlo.
Gian hoy no había ido a trabajar, el decía que aún lo tenía preocupado por lo del sueño, yo solo no lograba dejar de pensarlo.
— Hola amor — llega hasta a mi abrazandome como puede por la cintura.
—¿Como amaneciste? — Le pregunto, el había caído inconsciente desde las tres cuando me antoje de pizza.
— Con olor a peperoni — dice y río.
— El bebé se antojó perdón
El me mira sonriente
— No puedes mentar a mi pobre hijo de todo — dice riendo.
— Claro que si puedo — Sonrío.
— Por cierto — Dejo de poner betún en el pastel y centro mi vista en el — ¿Ya sabes como le quieres poner?
— La verdad no sé, se me vienen muchos nombres a la cabeza. Es difícil — Me sincero.
— Esta bien.
— ¿Tu has pensado en algo? — Lo veo mientras el gira colocándose frente a mi.
— ¿Que dices de Theo?
Sonrió
— ¿Es por el cierto? — Asiente — Theo D' Luca Williams — Dejo salir un eufórico grito — Suena perfecto.
— ¿Te gusta?
— Claro, y más por el significado sentimental que tendrá — Digo sincera — Lo poco que conocí a tu abuelo me encantó — digo.
Me observa unos largos segundos mientras siento mis mejillas arder.
— Gracias — Dice de la nada.
— Porqué — pregunto confundida
— Por todo quizá.
— Entonces yo tendría mucho que agradecerte — El me mira extrañado — Por lo mucho que te he hecho pasar tanto así llevarte al altar por no contar la verdad a tiempo — Su expresión cambia lentamente y es como si se acordara de algo.
— Cuando quiero algo estoy dispuesto a lo que sea.
— Estás loco — llevo mis manos a su nuca acercandome a el.
— Por ti si — Dice sonriente y me besa.
En eso el sonido de mi teléfono nos interrumpe.
— ¿Alo? — Se escucha un sollozo al otro lado de línea y por la intensidad por la que se escucha me doy cuenta que es Stace.
— ¿Layla? Te necesito — pide y me preocupo inmediatamente. Stace no es de llorar si no es algo realmente malo.
— ¿Dónde estás, Estas bien? — Me alarmo.
— No lo estoy ven por favor, me encuentro en tu penthouse — Ruega y como si me estuviese viendo asiento, Gian me ve preocupado y se acerca.
— En quince estoy allá
Cuelgo.
— ¿Que ocurre? — pregunta.
— Es Stace, debo ir — Le digo corriendo como puedo hacia arriba.
— ¿Dónde está? — Pregunta viendo como coloco mis pantuflas
— En mi apartamento — tomo la cartera buscando las llaves del auto y el me las quita.
— No te dejaré conducir sola y en ese estado. Te llevaré.
× ×