— Lay ¿Estás lista? — Llamó Alex a la puerta de la recamara donde me estaba quedando.Luego de acomodar mis cosas, comer y ducharme, las ganas de descansar invadieron mi sistema quedando con Alex en ir a primera hora al hospital.
— ¿Puedes entrar?
Entró vistiendo un atuendo deportivo. Una polera grande negra que ya le había echado el ojo para mi, un pantalón al igual negro y unas vans. Íbamos casi que iguales. Comparado a como era Alex vestido para la empresa, este Alex era uno más juvenil — ¿Me ayudas a atar mis agujetas? — Sonreí inocente, el suspiro y se arrodilló frente a mi.
— Quiero saber, si muriera ¿Que harías sin mí? — Murmuró y yo reí.
— No se ¿buscarte un remplazo? — le quité su gorra que tenía puesta para atrás y me la coloque yo.
— ¿Perdón estupida? Yo no tengo reemplazo — Mencionó indignado terminando de amarrar mis vans.
Reí a carcajadas.
— Por cierto ¿Y anne grey?
— Pues, se ha vuelto una completa loca por no decir otras cosas. Sabés que no me gusta ofender a las chicas de ninguna forma — Dijo.
— ¿Ah no? — Enarqué una ceja.
— Stace se lo gana — Asintió para si mismo — En fin, se acostó con el de asuntos internos y luego me aplico la de "No eres tu, Soy yo" claro que no era yo — Reí.
— ¡Por Dios! Eso ya no está a la moda.
— La verdad creo que ya esto de buscar novias temporales no está, digo ya tengo la suficiente edad y papá pretende dejarme el bufet así que... Ya va siendo hora de que tenga esposa, no sé — Eleva su vista hasta mi.
— Alex, va siendo hora desde que cumpliste la mayoría de edad, si fuera por nuestros padres, te hubieses casado a los veintiuno — Aclaré.
— Ya esa teoría de que no tendré a nadie se está siendo cierta, cuando creo encontrar la correcta me hacen este tipo de cosas — Se escuchó desencantado.
— Oh hermanito, no te preocupes, nos casamos los dos. Al fin y al cabo tu no tienes a nadie y yo tampoco y necesito ayuda con sandía — Señalé mi panza y el río levantándose.
— Oh Layla Williams amor de mi vida ¿Aceptarías casarte con este hermoso plebeyo que está a tus pies?
— Oh hermoso, claro que acepto — Dije con voz extraña y reímos.
— Listo, es hora de irnos y para la próxima deja de querer copiarme, soy y seguiré siendo más bello que tu — Me señalo el atuendo y le di un zape a lo que el río estruendosamente.
Me tendió su mano para ayudarme a levantar y salimos del apartamento luego de tomar mis cosas .
× ×
Al llegar al hospital subimos directamente hacía el piso donde estaban mis padres, el lugar estaba frío y había un olor a medicamentos que en realidad ¡que horror!
— Bien pequeña, aquí es — Señala Alex la puerta 308 — Papá está aquí, supongo quieres verlo primero — Asentí — Iré a ver a mamá luego intercambiamos.
Sin más dilación toqué la puerta esperando que su voz ronca dijera un leve y tranquilo pase.
Todo estaba muy blanco y pulcro excepto por las líneas azules a mitad de la pared. Su rostro giro hacia mi con lentitud, parpadeo varias veces y luego tomó asiento en la camilla.
— ¿Layla? — Llevaba un corte en su ceja, uno de sus ojos morados, un gran moretón en su lado izquierdo y el labio partido.
— Si papá, soy yo — Mi voz salió suave y afligida mientras contenía mis lágrimas.
— Ven aquí — Llegué hasta a el envolviendo mis brazos en su cuello. Y justo en ese momento las lágrimas que no derramaba desde la última vez que lo vi salieron sin permiso.
— Lo siento. Lo siento mucho, he sido una mala hija a pesar de todo lo bueno que haz hecho por mi y se que lo arruine y-y .. — Se separa de mi y me observa mientras sollozo nuevamente deja un beso en mi frente evitando que diga una palabra más.
— El que se debe disculpar soy yo. Por eso lo siento, fui un mal padre al tomar esa decisión tan absurda, si me desilusionaste un poco lo admito — Reconoció y limpió mis lágrimas — Pero debí apoyarte como el padre que soy porque al fin de cuentas eres mi pequeña bebé y te amo — Confesó mientras yo volvía a sollozar.
Bajé mi cabeza mientras me apoyaba en la camilla y el pasaba su mano por mi pelo.
— Ven aquí — Me acercó a el y me abrazo, sintiendo ese cálido abrazo de un padre hacía su hija. Esto necesitaba.
[...]
— ¿Ya sabes que es?
Llevaba casi una hora hablando con el, de todo lo que había pasado hasta ahora, me sentía feliz que después de todo podía expresarme con mi padre como antes lo hacía.
— No. Aún no, se supone que iba a saberlo este mes pero se presentó esto y no pude ir..
— Layla — Alex entró a la recamara con una bolsa de comida — Ya es hora, Mi turno.
— Cariño si quieres toma una cita aquí y así te enteras — propone mi padre.
— Lo hago luego, iré a ver a mamá — me levanté del asiento caminando hacia la puerta.
— Mamá se durmió. Creo que los medicamentos que le pusieron la cedaron, sentía un dolor en una de sus piernas y ya sabes .. es mamá reina del drama — Habló Alex sacando un late de su funda y una dona.
— Bueno, iré a la cafetería. Muero por un pedazo de pastel de chocolate — Los dos asienten y antes de salir arrebato la dona de su mano.
— ¡Oye estupida! — Grito — ¡Es mía!
— El vocabulario hacía tu hermana — Reprimió papá y yo saco la lengua burlona.
— ¡Pero era mi dona! — Gimotea como niño pequeño.
Reí
— Comportense por Dios que no son nenes de cinco — dice papá girando sus ojos.
Cerré la puerta tras mío. Al hacerlo un perfume demasiado varonil y conocido inundó mis fosas nasales al mi frente chocar con un duro pecho .
× ×
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