Gian se marchó al trabajo bastante temprano hoy, antes de irse me había despertado para despedirse y fue bastante difícil para mi retomar el sueño. Decidí bajar a prepararme algo de comer ya que Theo se había mantenido bastante inquieto hoy.
— Buenos días — Saludo a Martha.
— Buenos días señora— Saluda esta sonriente.
— Señora no, dime Layla — Ella asiente algo apenada — Quería hacerme algo de desayunar.
— Puedo hacerlo yo — Dice esta moviéndose rápidamente por todo el lugar.
— Lo haré yo, no se preocupe — Digo intentando tomar unas frutas.
— Señorita siéntese lo haré yo, no es inconveniente para mi — Dice esta indicandome sentarme.
— Bien ¿y si mientras me cuenta de usted? — indago intrigada.
— Pues vivía en Massachusetts, tengo tres hijos que se llevan dos años cada uno y soy viuda hace dos años — Me cuenta.
— Oh, lamento su pérdida — Ella se gira y me vuelve a sonreír fijando sus ojos achinados color celeste a mi.
— No se preocupe, Carl no era buen hombre — Murmura — ¿Le gusta la manzana?
Asiento efusiva
— ¿Como que no era un buen hombre?
— No, después de que enviara a mis hijas a México donde sus abuelos ahí empezó mi martirio, bebía mucho y me era infiel con la vecina
— Pero dijo que vivía en Massachusetts.
— Si, pero originaría de México — Aclara.
— Bueno — Asiento y escucho la tostadora indicar que las tostadas estaban listas .
— Si, murió de un accidente de tránsito por manejar borracho — Dice.
— ¿Y sus hijas?
— Ellas están bien una se acaba de casar y vino a verme hoy .
— ¿Tiene el día libre y no me dijo? — Pregunto con molestia fingida.
— Mi prioridad es cuidarla a usted y al bebé, no podía irme y dejarla sin comer — Se excusa colocando un plato con tostadas y jugo frente a mi y en un boul aparte fresas y manzana picada.
— No debió yo pude hacerlo — Negué tomando una fruta.
Ríe
— Ahora, dejé guardado para usted bocadillos. En la alacena hay dos nutella grandes y en el frigorífico están las fresas y les quité la parte que no le gusta. También dejé preparado pastel de chocolate. No sería como el de su tía pero quedo delicioso — Aviso despidiéndose.
— ¿Como sabe eso?
— Puedo aprender mucho de las personas a quien le tomo cariño — Sonrie.
— La extrañaré — La veo entrar algo en un bolso.
— Igual yo, volveré en dos días — Coloca una de sus manos sobre mi mano libre y se va.
[...]
Me había dado una larga ducha, ya pasaban de las seis de la tarde y no habia recibido noticias de Gian en el día completo le habia mandado un mensaje hace unas horas y me habia dejado en leído.
Giré los ojos al ver que no me contestaba en eso el timbre se escucha. Bajo las escaleras rápidamente y subo los tres primeros escalones para llegar a la puerta al hacerlo y abrirla mis sorpresa no es muy grata.
— Hola — Dice mirándome de arriba abajo con la más hipócrita de las sonrisas y de inmediato sentí un mal sabor de boca
— ¿Que quieres ashley? — Enarque una ceja viéndola sonreír con suficiencia.
— Vine por Gian, veo que aún su teatro no termina — Ella pasa sin yo invitarla y la veo enojada.
— No esta, te puedes ir — mi mirada fue gélida y dura.
Esta chica me molestaba y mucho .
Caminé hasta fuera a los inicios de la escaleras donde estaba ella.
— Solo te diré una cosa mocosa — Dijo con palabras duras y una potente mirada de asco — Lo tuyo y lo de MI Gian durará poco porque el es mío. Y haré todo lo posible porque lo de ustedes no dure.
— Tu estás loca. Eso es lo que te ocurre, debes entender cuando ya no eres partícipe en la vida de un hombre y superarlo dándote tu lugar y no arrastrarte cual gusano por el — Digo sin despegar mi vista de ella.
— ¡Eres una estupida! — Grita esta.
— ¿Yo? O la chica que está en la casa de su ex casado pidiendo que regrese con el — Me coloco frente a ella — Hazme el favor y lárgate de Mi casa — Bueno no lo era pero en estos momentos no tenía porque saberlo.
— Será mío aunque tenga que quitarte ... — Me ve la pansa — Quitarlos de en medio — Sus ojos estaban inyectados de sangre y en su frente de divisaba una vena muy marcada .
— Ya lárgate — Me giro tratando de entrar a la casa pero fue en vano cuando me halo del brazo llevándome al inicio de las escaleras de la entrada y lanzandome por ellas.
Mi primer movimiento fue tomarme la barriga para proteger a mi bebé,
al caer por los escalones y llegar al principio de estos un dolor se situó en mi zona baja. Mi cabeza dolía horrores y sentía todo darme vueltas.— ¿¡Que hiciste?! — Grité llorando.
— Lo que debía hacer hace tiempo — dice sonriendo — Espero y se mueran tu y el bastado, no te preocupes me encargaré de que los hagan polvo y cuidaré de Gian— Dice y se va dejando la puerta abierta.
— ¡No, no! — Grito al ver mis manos ensangrentadas — Por favor, Dios no me lo quites.
× × ×