Pov Hugo
Martes.
Los martes regresaba la rutina a la academia. Volvían las clases, el despertarse temprano y estar tan ajetreado que sin ser del todo consciente los días pasaban como un huracan y ya estábamos a domingo.
No dejaría que eso ocurriera esta semana. No iba a dejar que el tiempo corriera sin darme cuenta, iba a aprovechar cada maldito momento. Iba a alargar las horas, a sacar tiempo de donde no había para estar a su lado.
Sabía que Anaju no iba a ponerlo fácil, en algún momento pensaría que estábamos pasando demasiado tiempo juntos y se alejaría, como ayer durante la película.
Entendía que aquello le preocupara pero a mí no podía importarme menos, siempre había estado a su lado y aunque costara, era capaz de comportarme para que desde fuera no pareciera tan evidente lo que pasaba dentro de la habitación.
Estaba colocando las esterillas en su sitio, intentando mantener el orden que a Anaju tanto le gustaba. Intentando que las matas azules estuvieran perfectamente aliniadas para que cuando ella llegara sonriera y con algo de suerte viniera a abrazarme.
Lo hizo, nada más cruzar la puerta, tras una breve observación de mi obra terminó escondiendoss en mi pecho.
-¿Esta perfecto? - pregunté aún sin soltarla.
- Casi. - se quejó señalando las dos esterillas colocadas en nuestro lugar habitual.
- Esas dos matas están demasiado juntas. - carcajeé ante su observación.
- Estan perfectas.Cesc, nuestro monitor de fitness, llegó en ese momento. Anaju sin pensarlo se acercó a él para abrazarlo. Intenté no mirar, porque era una tontería, pero sabía que no podría evitar un leve ardor en la barriga si observaba demasiado esa escena.
Todavia recuerdo los celos infantiles que sentí hacia su relación durante nuestro parón. Eran celos sin sentido, porque sabía que entre ellos no había nada, pero de algún modo ambos interactuaron un par de veces por redes, hicieron un directo juntos y mucha gente se convenció de que harían buena pareja.
No lo hacían, pensé en ese momento y seguía manteniendolo. Entrar a Twitter y ver un montón de capturas con imágenes de ambos no fue agradable.
Lo peor fue que aquello pareció crear una corriente donde de repente todos los hombres cercanos a operación triunfo eran un buen partido para Anaju.
No lo eran, ni se acercaban, ninguno era suficiente. Y no eran celos, era una realidad. Yo tampoco era sufiente, pero no iba a quejarme de que ella se hubiera fijado en mi.
- Vaya putada ¿no? - Cesc tomó la palabra refiriéndose a nuestra nóminacion.
- si... La semana que viene tendras que buscarte una nueva pareja huguito. - Anaju contestó palmeando mis cachetes con dulzura.
- Los cojones.***
Tenía una hora libre y no sabía a dónde ir. En realidad si que lo sabía, pero no sé estaba permitido, quería colarme en la clase de Iván con Anaju.
Mientras me dirigía al comedor pude observar tras el cristal como ella estaba llorando mientras interpretaba si canción.
Estaba cansado de verla llorar, desde domingo parecía que no era capaz de hacer otra cosa y eso me asustaba. No podía entender porque tenía tanto miedo a que nos separaramos. Tenía la sensación de que no confiaba en nosotros y que con la expulsión de uno de los dos, ella también estaba dando por finalizado lo que había entre nosotros, aunque no lo dijera.
Me obligué a mi mismo a continuar mi camino hacia el comedor y prepararme un té que seguramente no iba a beber. Mientras remenaba mi infusión Samantha se unió a mi.
-¿Cómo lo llevas? - preguntó sentándose en la encimera.
- Como el culo. - contesté todavía perdido en mis pensamientos.
- Me refiria a la canción. - añadió riendo. - no puede ser tan difícil, has estado nominado antes...
-Pero no con ella. - salté interrumpiendo su oración. - ¿Cómo estarías tú si estuvieras nominada con Flavio?
- Jodida. - susurró desviando su mirada hacia el salón donde Flavio parecía estar escribiendo algo.Estaba a punto de agregar algo a nuestra conversación pero Anaju apareció por el pasillo. Ella estaba intentando detener su llanto, pasó por nuestro lado sin tan siquiera mirarme y se dirigió suponía que al lavababo. Quise salir tras ella pero la mano de Samantha en mi pecho me detuvo.
- Déjala sola.
- Pero... - intenté quejarme pero ella me miró fijamente.
- Voy yo. - sentenció bajando de la encimera para ir con ella.Cogí mi taza y me senté en la mesa, justo en la esquina para tener una visión periférica del pasillo y así poder ver si Anaju y Samantha aparecían.
Empecé a morderme las uñas sin poder evitarlo, imaginando cual podría ser el motivo de su nuevo llanto. No quería admitirlo pero yo también empezaba a estar asustado. Empezaba temer por nosotros.
Aquel sentimiento me hizo coger un papel y escribir unos versos.
"cuéntame tus miedos,
no permitas que dude de lo nuestro"***
No tuve la oportunidad de acercarme a ella hasta después de la cena. Mientras se estaba lavando los dientes la observé para que al terminar me siguiera a uno de los aseos. La habitación seguía cerrada. Anaju entró pocos minutos después.
Al cerrar la puerta saltó a mis brazos. Parecía que todo estaba bien entre nosotros, pero sabía que estaba fingiendo. Llevaba toda la tarde haciendolo, comportándose como si no pasara nada, pero la conocía lo suficiente como para saber cuando mentía.
- Estoy bien. - dijo antes de que pudiera contestar. - ¿Vale?
- No me mientas Anaju - pedí colocando mis manos en su cintura. - Llevas desde el domingo llorando cada vez que sabes que no estoy demasiado cerca. - dije recordando que ayer también estuvo llorando mientras bailaba con Mai.
- Supongo que tengo miedo...
- ¿Miedo a que? - quise saber porque no lograba entender que le aterraba.
- Miedo a que cuando me vaya te olvides de mi. A que cuando estés solo termines de nuevo...- si voz se iba apagando cada vez más, como si intentara que no escuchara su última confesión.
- Crees que voy a volver a tener algo con Eva si te vas. - dije abriendo los ojos, ella asintió fijando su vista en el suelo.No podía creer que de nuevo la misma piedra estuviera en nuestro camino. Creí haber despejado esa duda hace una semana. Creí que ella había entendido de una vez por todas que no había nadie más. Que ella era diferente, que era todo y Eva no era nada. Pero al parecer había echo algo mal, y empezaba a cansarme de esta mierda.
No quería cabrearme, no quería decir algo de lo que pudiera arrepentirme pero en este momento me estaba cegando la impotencia.
- No puedo entenderlo y... Y estoy empezando a estar cansado de esta mierda, Anaju. Cansado de tus dudas. - hablé antes de dejarla sola.
"Olvida tus dudas,
No nos dejan avanzar
Y me estoy cansando de remar"