VIII

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Por más que frotara la esponja contra mi cuerpo, esta parecía no ser capaz de limpiar el rastro que Hugo había dejado en el. El agua caía sobre mi rostro llevándose las lágrimas que sin poder evitarlo había terminado por caer.

No sabía porqué lloraba, ni porque llevaba una eternidad debajo de la ducha. El agua ni siquiera salía ya caliente y debería regañarme a mi misma por desperdiciarla de esta manera, pero había perdido mi parte racional.

Sabía cómo iba a terminar todo, le había pedido explícitamente a Hugo que no me besara para evitar esto. Para evitar joder lo todo.

Pero no podía echarle la culpa de mi colapso horas después, había sido yo la que había cedido, la que no supo controlar sus instintos. Y era irracional estar enfadada con él, pero lo estaba.

Cuando todo terminó, cuando Hugo se desmoronó sobre mí tras el último empujón que logró llevarnos a ambos al climax, la realidad nos golpeó.

Tardé menos de dos minutos en esconderme en las duchas y Hugo no pudo seguirme. Esta vez la suerte pareció jugar a mi favor y mis compañeros regresaron a la habitación justo cuando yo empezaba mí recorrido de la vergüenza con un destino fijo.

Era, con diferencia, la reacción más inmadura que había tenido nunca, pero de nuevo; cuando se trataba de él nunca lograba reconocerme.

Con Hugo afloraba en mi la niña que de algún modo nunca me permitía ser. Siempre había tenido un punto alocado, un lado salvaje, pero mi parte madura siempre lograba mantener control de la situcian. Siempre, hasta que él llegó.

Odiaba esa sentimiento, esa sensación de estar caminando sobre arenas movedizas, sabiendo que puedes ser engullida en cualquier momento y sin saber cuando volverás a tocar suelo firme.

Eso era Hugo, arenas movedizas, no un suelo firme. Y eso es era que yo quería en mi vida: un suelo firme. Seguridad. Exactamente lo que nunca tendría con él.

Apoyé mi cabeza contra los azulejos y sin saber muy bien porque empecé a hablar conmigo misma en voz alta.

- Joder. Ana Julieta. ¿si tienes tan clara la teoría por qué estás haciendo todo lo contrario?
- Por qué no todo en esta vida es teoría. - me asusté al escuchar su voz contestando mi pregunta al aire.

Me giré para enfrentarlo pero al ver sus mirada escaneando mi cuerpo fui muy consciente de mi desnudez. Intenté cubrirme con mis propias manos ocasionando sus carcajadas.

- Deja de mirar. - pedí sin entender que le acusaba tanta gracia. No estaba de humor para tonterías.
- Vamos, no es nada que no haya visto literalmente hace una hora.
- Eso no te da derecho a seguit viéndolo. - dije cogiendo la toalla que colgaba a su lado para taparme.
-¿No? - preguntó cruzandose de brazos. -¿No tengo derecho a nada?
- No en lo que a mí respecta.

Las panteras se apoderaron de nosotros tras mis palabras. Sus ojos se volvieron un tanto más oscuros y el ambiente se volvio tenso. Entre nosotros empezó una guerra de miradas, nos estábamos retando, sabiendo que estábamos a punto de tener nuestra primera gran pelea. Éramos panteras frustradas por haber caído en la tentación.

- Supongo que debo asumir que te has encerrado aquí, para encontrar la mejor manera de decirme que lo que acaba de pasar es un error ¿cierto? - preguntó alzando las cejas.
- A veces eres un jodido genio. - dije con ironía. - y si, sigo pensando exactamente lo mismo que antes de que me beseras.

Hugo cogió aire antes de resoplar y dirigir su mirada al techo en señal de frustración. Parecía que había tardado demasiado poco en entender que aquella con esa actitud chulesca terminaríamos ambos diciendo cosas de las que podíamos arrepentirnos.

Inconsciente || AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora