XXIV

2.3K 122 13
                                    

Domingo.

Él fue lo primero que vi al abrir los ojos, al igual que las últimas semanas, solo con una pequeña diferencia. Esta vez Hugo ya estaba despierto observándome detenidamente.

-Buenos días. - murmuré escondiendo mi rostro en la almohada.
- Buenos días bonita - contestó acomodando mi pelo para alcanzar mi mejilla y besarla.

La música empezó a sonar para despertarnos y Hugo se apartó convencido de que, como siempre, iba a ser la primera en levantarse. Esta vez no, hoy pretendía quedarme en la cama.

- ¿Hoy no?- preguntó desconcertado al ver cómo seguía inmóvil en el colchón.
- Hoy no. - confirmé acariciando su rostro para que se acercara un poquito más y me sujetara con fuerza.
- ¿Y eso? ¿Doña perfecta no va a ser la primera en levantarse?
- Alguien me dijo ayer que tenía que robarle todo el tiempo que pueda al amor. - hablé recordando su última composición.
- Seguro que fue un chico listo.

Terminamos besándonos hasta hacer un ovillo de nuestros cuerpos. Ambos cerramos los ojos aunque sabíamos que no volveríamos a dormir, sólo queríamos disfrutar de la cercanía del otro.

Poco a poco nuestros compañeros fueron despertando y abandonando la habitación hasta dejarnos solos.
Hugo apartó la acabeza del hueco de mi cuello donde reposaba para depositar un leve beso en mis labios.

-¿Cuánto crees que va tardar Marta en echarnos de aquí? - preguntó refiriéndose a la persona encargada de cerrar la habitación y atendernos siempre que lo necesitábamos.
- Espero que el tiempo suficiente. - dije volviendo a besar sus labios.

***
Al terminar la clase de técnica vocal Mamen se acercó a nosotros, la lágrimas ya amenazaban con abandonar sus ojos.

-Mucha suerte esta noche. - nos dijo tras abrazarnos a los dos a la vez. - pase lo que pase nos vemos fuera y ha sido un placer trabajar con vosotros. Os quiero mucho.

Aquella fue la primera despedida del día y no sería la última.
Hugo me abrazó con fuerza mientras Mamen abandonaba el lugar y yo no podía evitar romperme.

- Deja de llorar por favor. - rogó. - odio verte así.
- No puedo evitarlo, todo está a punto de terminar Hugo.
- Todo no - dijo obligándome a despegar mi cara de su pecho para mirarme fijamente. - nosotros no.

***
Antes del último ensayo general en plato decidí darme una ducha y sabía que Hugo no tardaría en acompañarme.

- No sé qué has echo conmigo, pero nunca logró tener suficiente. - habló nada más llegar observando sin disimulo mi cuerpo empapado debajo de la manguera.
- Ven aquí. - hablé tirando de él para que se acercara.

A pesar del lugar, a pesar de saber que en cualquier momento alguien podría entrar, decidimos tomarnoslo con calma.

Los dos besamos cada rincón del cuerpo del otro recreándonos en los puntos que habíamos aprendido que fascinaba al otro.

Sus embestidas no fueron precipitadas, todo fue lento, sensual, con tiempo, sin prisas.

Los dos sabíamos que era la última vez que podríamos estar asi. La despedida de nuestros cuerpos.

***

Observé mi silueta a través del espejo una vez más antes de decirme a abandonar la sala de vestuario e ir a cenar.

Ahora todo parecía más real, el momento se acercaba, solo nos quedaban unas pocas horas.

El vestido que llevaba parecía echo para la ocasión. Completamente rojo, largo con un poco de cola y la espalda descubierta en forma de U hasta llegar al punto donde empezaba mi trasero, por delante  era totalmente liso con las mangas largas.

Era un vestido de película, el que suele llevar la chica protagonista cuando la llevan al baile de graduación. Quizás era una premonición de que aquel iba a ser mi último baile.

Acomodé mi cabello para perfeccionar las ondas que caían solo a un lado de mi rostro para dejar mi espalda al descubierto.

- ¿Vamos? - Mai preguntó sacándome del trance.

Hugo dejó de comer al verme llegar. El tenedor repleto de comida paralizó su camino del plato a su boca, esta estaba completamente abierta.

- ¿Pero esto qué es? - gritó mientras me acercaba. - Que guapa.
- ¿Te gusta? - pregunté pasando por su lado sin determe.

Me dirigí a coger un plato y mi babero sin esperar respuesta, su reacción ya me había demostrado que le había gustado  el atuendo.

Sentí unos brazos rodearme antes de que logrará atar el babero a mi cuello, supe sin mirarle que era él .

- No puedes estar más guapa. - dijo besando mi cuello con disimulo, solo un leve roce. - y no puedes gustarme más.

***
Nos encontrábamos en la parte trasera del plató esperando que Roberto abriera la gala y presentara a los concursantes de operación triunfo para dar paso a la grupal.

Nuestras manos estaban entrelazadas, la emoción a punto de descontrolarse, mi corazón latiendo desbocado. No quería soltarle, pero sabía que debía hacerlo.

Lo miré una vez más, como tantas veces antes y él sonrió al instante.

-Dame un último beso. ¿No? - habló por encima de la música de cabecera, el programa estaba a punto de empezar.
- No, nunca el último, siempre el penúltimo.

Inconsciente || AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora