El apartamento estaba completamente sin amueblar. Un colchón sin soumier, una guitarra y lo que parecía a lo lejos una libreta era lo único adornaba el lugar. La única señal de vida aparte de nosotros.
- Ven. - Hugo llamó estirando su mano para que me sentara con él en el colchón. - ¿Sabes qué es esto? - preguntó cogiendo la libreta.
- ¿Mi libreta? - respondí sonriendo. - ¿Vas a devolvérmela?
- Se suponía que tenía que escribir en estás páginas mi historia después de que te fueras, pero... - abrió la primera pagina donde se encontraba mi nota para que leyera lo que él había agregado.
- ¿No hay historia sin ti? - leí en voz alta notando como empezaba a emocionarme.
- Exacto. - confirmó cogiendo su guitarra. - No hay historia sin ti, pero hay canciones, decenas de canciones que hablan de ti.
Rebuscó en la libreta hasta encontrar lo que buscaba y recolocó su guitarra entre sus manos, antes de empezar a tocar.
- ¿Vas a regalarme un concierto privado? - pregunté ilusionada.
- Si. - dijo un poco tímido. - Soy un artista en alza así que deberías sentirte afortunada de ser la primera en escuchar mi nuevo repertorio. - bromeó para disimular sus nervios.
- Lo hago. - dije besando sus labios por sorpresa. - me siento jodidamente afortunada de tenerte.
Esta vez fue él quien picoteó mis labios, enredé mis manos en su cuello intentando profundizar el beso pero Hugo se alejó.
- Primero te canto y luego...
-¿Y luego? -pregunté con picardía.
- Luego te hago lo que quieras.
Hugo cantó un total de ocho canciones, y en todas había algo sobre nosotros. A veces más explícitamente, a veces más camuflado, pero en todas había una parte de mí, una parte de él, una parte de nuestra historia.
Para finalizar interpretó la canción que cantó en el penúltimo chat: Inconsciente.
- Canta conmigo. - susurró antes de empezar.
Sin dudarlo abandoné mi lugar para sentarme detrás de su espalda, con la barbilla apoyada en su hombro me dispuse a acompañarlo mientras sujetaba la libreta delante de nuestro rostro.
"Dijeste que era tu dueño inconsciente
Dueño de una historia inocente
Que empezó con mis ganas de tenerte
Y terminó con mi miedo a perderte
A qué te dejes llevar por la gente
Aquella que jura conocerte
Saber que te conviene
Ellos sólo desean tener mi suerte
Pero yo soy tu dueño permanente"- Eres mi dueño inconsciente. - susurré besando su cuello, logrando que él estirara la cabeza para facilitarme el acceso.
- Permanente, por favor. - gimió antes de girarse para atacar mis labios.
Sin dejar de besarnos nos acomodamos en el colchón, su antomía aplastando la mía por completo. Sus labios bajaron por mi cuerpo deshaciendose lentamente con sus manos de la ropa que poco a poco se encontraba en su camino.
Intenté incorporarme para deshacerme de su ropa pero Hugo sujetó mis manos con las suyas a ambos lados de mi cabeza mientras decidía lamer mi ombligo.
- Ahora entiendo porque hay un colchón aquí. - dije cuando terminó su recorrido de besos y volvió a mis labios.
- Iba a ser muy incomodo hacerlo toda la madrugada en el suelo, yo pienso en nuestra salud, amor. - sus palabras lograron hacerme reír.
- Eres un idiota.
Volví a unir nuestros labios antes de que pudiera quejarse e intenté de nuevo deshacerme de su camisa, pero Hugo volvió a apartarme.
- Esta es tu noche. - explicó al ver la frustración en mi rostro. - Estoy a tu entera disposición, así que pídeme lo que quieras.
- Empieza por dejarme que te quite la ropa. - dije aferrándome a su camiseta para quitársela, él colaboró levantando ambos brazos. - lo demás iremos descubriendolo durante la marcha.
Hugo llenó mi cuerpo de besos, mordiendo los puntos exactos que sabía que lograban erizar mi piel, dejando seguramente marcas en mis caderas debido al fuerte agarre de sus manos.
Nuestro apartamento se llenó de gemidos desinhibidos cuando él se dedicó a lamer mi parte más intima, logrando que alcanzara el climax sin poder evitarlo. Intenté avisarle pero Hugo decidió ignorarme dispuesto a seguir besándo ese punto hasta dejarme sin aire.
Estiré su corto cabello para que dejara de torturarme y volviera a mis labios. Sentí mi propio sabor en su lengua y aunque era un sabor diferente no resultaba del todo desagradable.
- Eres increíble, pero ahora es mi turno. - anuncié aprovechando su flaqueza para cambiar nuestras posiciones.
- No tienes que hacerlo... - empezó a decir.
- Lo sé, pero quiero. - dije tajante para que no se le ocurriera rebatirme.
Emepecé mi trayecto por su cuerpo empezando por besar el tatuaje de su buhó y bajando lentamente hasta llegar a su abdomen. Jugué un poco en el elástico de sus Boxers logrando que sus caderas se alzaran impacientes.
- Si vas hacerlo, hazlo ya, me estás matando. - pidió suplicante.
Decidí terminar con su agonía, deshaciédome de sus calzoncillos y cubriendo su parte más intima con mis labios. Sus manos se enredaron en mi pelo, intentó no mover su caderas siendo amable para que no me atragantara. A los poco minutos tiró de mi cabello provocando que su miembro abandonara mi boca.
- Estoy a punto de correrme. - explicó cuando notó mi desconcierto. - y aunque me encanta tu boca, quiero estar en otro lado para hacerlo.
Dicho esto besó mis labios, ahora era él quien besaba su propio sabor pero al parecer tampoco le desagradaba.
Nuestros cuerpos giraron de nuevo, volviendo a ser yo la que se recostaba en el colchón. Logró quitarme el aliento cuando noté su entromisión sin previo aviso.
- Joder. - maldijo antes de empezar con sus embestidas constantes. - te juro que nunca nada se ha sentido tan bien como esto, nada como tú. - besó mis labios con fuerza mientras aumentaba el ritmo.
- Te quiero tanto. - dije cuando sus besos se perdieron en mi cuello. - siempre.
***
Llevabámos algunos minutos intentando recuperar el aliento. Hugo estaba a punto de terminar su cigarillo mientras yo dibujuba formas abstractas en su pecho, sin poder creer como podía ser tan feliz, como parecía que lo tenía todo.
- Gracias por esta noche. - susurré besando su pecho. - es el mejor cumpleaños de la historia.
-Todavía no ha terminado. - contestó recordando que solo habían pasado un par de horas desde que mi aniversario había empezado.
- Lo sé, pero ya es el mejor. Tú lo haces mejor.
Hugo se levantó argumentando que tenía que ir al baño. A los pocos minutos, mientras contemplaba a la nada a través de la ventana aún tumbada en el colchón, regresó.
- Cierra los ojos, por favor. - pidió y le obedecí sin rechistar.
Pude notar como se colocó detrás mío, apartó mi cabello a un lado. Quise preguntar cuales eran sus intenciones pero entonces sentí una cadena rodeando mi cuello.
Sin pensarlo llevé mis manos al dije de metal y cuando abrí los ojos pude contemplar que era un barco de papel.
- ¿Un barco? - pregunté intentando entender el significado.
- Si... - contestó agachando la cabeza. Acaricié su barbilla para que volviera a mirarme.
- ¿Me lo explicas?
- El barco soy yo y si cuelgo de tu cuello quiere decir que he encontrado mi puerto.