Era la quinta vez que revisaba el prospecto entre mis manos. El resultado era claro, no dejaba lugar a dudas y no había cambiado desde que pasaron los tres minutos que las instrucciones indicaban. Dos rayas, estaba embarazada.
Mis ojos se empañaron cuando dirigí la vista al techo y mordí mis labios. Inconscientemente mis manos abrazaron mi vientre intentando notar algo diferente, algo que hiciera real lo que aquel prospecto aseguraba. Iba a ser madre.
Madre, qué palabra más corta para todo el significado que abarca.
Hugo, su imagen apareció en mi mente. Él tambien era parte de esto, mi otra a mitad iba a ser padre.
Papá, que bien se sentía pensar en él como el padre de mis hijos.
Apreté los ojos con fuerza para frenar mi llanto y una nueva alucinación solapo a la anterior. Hugo abrazándome por la espalada, ambos sonriendo como bobos al manojo de mantas entre mis brazos. No podía verle la cara, pero sabía que ambos estábamos contemplando al ser surgido de nuestro amor.
Familia, que correcta se sentía esa palabra si mi familia era creada a su lado.
- ¿Anaju? - la voz adormilada de Hugo se coló en mis pensamientos. Él acababa de despertar.
- Estoy en el lavabo. - alcé la voz para que lograra oirme y dejara de buscarme. - Salgo enseguida.
Abandoné la taza del vater para mojar mi rostro y así disimular mis lágrimas. Antes de salir no olvidé guardar la prueba de embarazo donde Hugo no lograra encontrarla.
Su silueta se encontraba de espaldas contemplado el paisaje a su alrededor.
- Te dije que este era uno de los lugares más hermosos del mundo. - declaré abrazando su espalda.
- No esta mal... - dijo no del todo convencido. Entrelazó nuestras manos en su abdomen.
- Esto es el paraiso. - aseguré besando su hombro.
Estaba amaneciendo en Phuket, la isla mas hermosa de Tailandia. El lugar que aquella bola del mundo decidió que fuera nuestro siguiente destino.
Nos estábamos alojando en una pequeña cabaña justo enfrente de una de las playas más hermosas del mundo. Habíamos
llegado hacía
un par de horas y el jetlag logró que nos despertáramos justo a tiempo para contemplar como el sol decidía salir a saludarnos.Hugo se removió entre mis brazos para girarse y besar mis labios tan dulcemente como siempre.
- Tu eres el paraíso.
Mis mejillas ardieron ante sus palabras y no fui capaz de aguantar la intensidad de su mirada.
- Desde que has vuelto te has convertido en todo un poeta. - hablé intentando restar importancia a sus palabras.
Desde que retomamos nuestra relación, hace un par de meses, eran infinitas las veces en las que Hugo soltaba comentarios que lograban enrojecerme como si fuera una adolescente.
- Estuve muchos años sin poderte decir lo mucho que te quería, lo hermosa que eres, lo feliz que soy a tu lado. Tengo que recuperar el tiempo perdido.
- Te quiero. - fue todo lo que dije antes de ser yo quien besara sus labios. - Buenos dias, por cierto.
Había decidido comprar el test de embarazo en la farmacia del aeropuerto. Llevaba seis días de retraso y las sospechas sobre un posible embarazo eran cada vez mas claras. Estaba muy cansada, mis pechos dolian con un simple roce y mi humor era inestable. Las hormonas estaban empezando a jugar conmigo. Compré el test antes de viajar porque creí que este era el lugar perfecto para hacerle saber a Hugo que íbamos a ser padres.