ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟚

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Juliana

Aún seguíamos en la heladería, pero ya habíamos terminado de comer nuestra copa de helados, de muchos helados.

-Meses después de mi cumpleaños venía el tuyo y fue cuando tu mamá murió —dije, ella me miró con algo de tristeza. —¿Que le sucedió?

—Ella tenía mi regalo guardado y lo fue a buscar, y en el camino de vuelta la asaltaron —contestó Val —. Daba igual que la hayan asaltado, pero que la hayan apuñalado, eso...eso nunca lo entendí, ella no le hacía daño a nadie —sus ojos ya estaban cristalizados —. No pensaron en que dejaron a una niña sin mamá —me levante y me puse a su lado y la abrace mientras sollozaba.

—Ya Val, tranquila_ le dije con una voz suave y acariciando su hombro, su cabeza estaba cerca de mí cuello, sentía su cálida aliento, sentí que poco a poco se iba calmando. —¿Los atraparon? —pregunté, sin dejar de abrazarla.

—Si, eran dos sujetos —contestó más tranquila —Iban a confesar, pero amanecieron muertos al día siguiente.

—¿Confesar? —pregunté extrañada.

—Iban a dar un nombre, no se para que —contestó —. Según mi papá que fue a verlos dijo que dirían el nombre de quien los habían enviado para matarla —contó —. Al enterarse de que amanecieron muertos horas antes de la confesión, se volvió poco, en la casa tiro todas las cosas, se sentía impotente por que no pagaron por su muerte.

—Me imagino —le dije, nos separemos y me miró un momento, me puso algo nerviosa. —¿Que?

—Cuéntame algo de ti en la ciudad o sobre lo que les pasó a tus padres.

—Te lo contaré, pero no aquí, pagamos y nos vamos —le dije, ella asintió.

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—A mis padres le paso algo parecido a tu mamá; tenía 17 años y pronto me iba a graduar, ellos fueron a una joyería muy elegante, cuando lo compraron y se dirigían a la salida, 6 hombres entraron encapuchados y con armas, dispararon al aire para intimidar a las personas, mi padre no quiso quedarse sin hacer nada y atacó a uno de los asaltantes, pero resultó mortalmente herido, mi madre trató de socorrerlo pero también le dispararon, ella murió unas horas después que él en el  hospital —comencé a contar, estábamos caminando por la plaza, nos sentamos en una banca —. Cuando lo supe entre en una depresión, no fui a mi graduación, me volví alcohólica, bebía en cada fiesta que organizaba en mi casa; en esa fiesta conocí a la que después sería mi novia —continúe —. Y con ella las fiestas y el alcohol era cosa de todos los días. Al año siguiente, después de salir de una fiestas, subimos al auto todos ebrios, mi ex-novia manejaba y ahí fue donde ocurrió otro accidente; el auto se dio varias vueltas, yo quedé mal herida, pero mi ex-novia y mis otros amigos, murieron, después de eso decidí entrar a un centro de rehabilitación, estuve ahí por 2 años, y ahora, pues, aquí estoy —finalice —. Soy un desastre, ¿verdad? —le pregunté sin mirarla, me sentía avergonzada.

—No, no lo eres —contestó, la mire, esos ojos me miraban intensamente —. Sufriste mucho, y solo tomaste malas decisiones, eso es todo.

—Entonces, ¿no te vas alejar de mi por lo que te conté?

—No, no lo haré, nunca —contestó, yo sonreí, coloque un mechón tras su oreja, me acerque a ella lentamente, estábamos a centímetros, y coloque mi cabeza en un rincón, entre su  hombro y su cuello, coloque mi brazo por su cintura y ella acarició mi espalda y puso su mejilla en mi cabeza, estuvimos así abrazadas un buen rato, la verdad no me importaba si nos veían, necesitaba estar abrazada a ella —. Ya tenemos que irnos —susurro.

—Si, es verdad —dije, me separe de ella lentamente, las dos sonreímos —. Vamos —nos levantamos y nos fuimos.

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La hija del Pastor [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora