ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟡

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Juliana

Estaba frente a esa enorme casa que hace dos años no visitaba, saqué las llaves del bolsillo de mi chaqueta, aun las tenía, abrí y entre; se veía más amplio, ya no había ningún mueble, entre a la enorme cocina, luego pasé al living donde estaba el largo sillón y ni el plasma de 70 pulgadas pegado a la pared, ni tampoco el pequeño mueble donde estaba el Home Theater; todas esas cosas habían sido vendidas y el dinero donado a caridad, aun que había pasado lindos momentos con mis padres, también  recordé los malos momentos, camine en dirección al enorme patio trasero con piscina, me senté a la orilla de esta; recordé todas las fiestas que había organizado en esa parte de la casa, después de la muerte de mis padres, de como mi vida cambió, juntandome con personas que decían ser mis amigos, pero solo lo eran cuando les convenía, fiestas hasta la madrugada, mucho alcohol y drogas, solo esos recuerdos venían a mi mente en ese momento.

-Juliana —me llamaron sacándome de mis oscuros recuerdos, gire, era Eduardo, el agente inmobiliario, era un hombre de unos 50 años, bien vestido, de traje de una pieza color gris, una corbata roja, camisa blanca, zapatos negros bien lustrados, cabello bien peinado, de piel blanca y ojos claros —. Llegaste antes —me dijo mientras me acercaba a él.

—Quise entrar y recorrer un poco la casa, aún tengo las llaves —le dije.

—Los Gutiérrez ya están aquí —me aviso, asentí y entramos, llegamos hasta el living, había una pareja de espalda, al notar nuestra precencia giraron, era una pareja joven de unos 35 años, la mujer llevaba puesto un vestido azul marino pegado a su cuerpo esbelto que marcaba su figura, tacos altos, usaba un brazalete en la muñeca derecha y un reloj con cadena dorada en la izquierda, una argolla en su dedo, y un collar de perlas, su cabello era castaño oscuro, lo tenía recogido, con algunos mechones sueltos, piel trigueña, ojos color miel, era una mujer bastante seria para su edad, algo rígida y estirada; en cambio su marido que era más alto, delgado, vestía un traje del mismo tono que su esposa, aun que sin corbata, un Rollers en su muñeca derecha y su respectiva argolla, de piel blanca ojos pardos, cabello castaño oscuro, lo tenía algo largo y peinado hacia atrás; hablaban de lo que querían hacer con la casa, todas sus ideas, desde que la habían visto se habían enamorado de ellas, se regresaban a la ciudad definitivamente por negocios y se quedarían y la casa quedaba muy cerca de sus trabajos y de la escuela para sus hijos, me sorprendió cuando me dijo que tenían 4; el mayor tenía 15 años, mellizas de 10 y el más pequeño de 5; sería una casa espléndida para sus hijos. Recorrimos toda la casa, cada habitación tenía su baño, el primer piso también tenía, la casa tenía una oficina, que era la que ocupaba papá, para trabajar y era perfecta para el Sr. Gutiérrez, habían otros cuartos que ni mis padres, ni yo ocupamos, había una sala de estar, la cocina, una bodega, el patio trasero con la piscina, etc, se veían encantados con el lugar.

—¿Que les parece ahora que la ven en vivo y en directo? —le preguntó Eduardo, ya habíamos vuelto a la cocina.

—Pues se ve mucho mejor —habló la mujer —. La verdad es que nos interesó en el momento que vimos las fotos y no tenemos dudas de que la queremos —dijo la mujer rápido y sin pestañear.

—Entonces no esperemos más —dijo Eduardo que coloco su maleta en el Gran mesón de la cocina y sacó unos papeles, comenzamos a firmar.

—Espero que la disfruten más que yo —le dije a la mujer entregándole las llaves.

—Te aseguro que lo aremos —me dijo con una sonrisa al tomar las llaves.

Eduardo y yo nos despedimos de los Gutiérrez, ya que tenían que preparar ya la mudanza, me quedé hablando con Eduardo un momento, cuando mi teléfono sonó, vi en la pantalla de quien se trataba, era María, la enfermera del centro de rehabilitación, sonreí, hace un mes que no sabía nada de ella, me disculpe con Eduardo un momento y atendí la llamada.

La hija del Pastor [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora