ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟜𝟙

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Juliana

Estaba esperando sentada, me habían dicho que Alex había salido hacer unos trámites y me dijeron que la esperara, mientras lo hacía veía entrar a dos oficiales con un hombre esposado, estaba sucio y con toda la ropa rasgada, al parecer era algún indigente, firmaron unos papeles y se llevaron al hombre, el tipo giro la cabeza y me miró con una sonrisa, tenía los ojos desorbitados y los dientes podridos.

Tomé una revista para entretenerme un poco, me quedé viendo la fotografía de una mujer y su esposa junto a su hijo, hablaban de la adopción y lo difícil que fue todo para poder adoptar a su hija, en la foto estaban las tres de blanco mirando tiernamente a su bebé como jugaba con la arena, sonreí, me imagine una escena así con Val, en formar una familia juntas, suspiré.

-¿Juliana? —una voz me sacó de mis pensamientos, la mire, era Alex.

—Si —conteste y me levante para saludarla con un beso en la mejilla.

—Me dijeron que me estabas esperando, ¿todo bien?

—La verdad preferiría hablar en un lugar más privado.

—A mi oficina —dijo la chica —. Sígueme —camine tras ellas, habían varias oficinas por un pasillo, y más al fondo estaban las celdas, entramos a una oficina que estaba desocupada, cerro tras de mi —. Perdona el desorden, acaban de trasladarme aquí, bien, ¿en que puedo ayudarte? —me senté frente a ella y abrí la mochila que traía.

—Encontré esto en la casa de León Carvajal, bueno ahora ex casa —corregí, puse la virgen en el escritorio, Alex me miró extrañada.

—Eso es una figura de yeso —dijo con obviedad.

—Lo se, pero habían dos figuras en el sótano; una estaba hueca y está que está sellada —le mostré girando la virgen y mostrando su espalda.

—Es verdad, parec... —no terminó de hablar ya que al tomarla sintió más peso de lo normal —. Pesa bastante —dijo, acostó la figura y sacó una navaja de un cajón —. Veamos que contiene —comenzó a picar la figura con la navaja en la parte sellada, salían fácilmente pequeños trozos del sellado, logró hacer un ancho y largo agujero, podía ver algo plástico dentro, Alex busco algo en el cajón, eran unos guantes quirúrgicos, se los puso y comenzó a sacar unas cosas que tenían forma de supositorio, pero estos eran de unos 5 centímetros de largo y unos 3 de ancho, lo sacó uno por uno, los contó, eran 20, Alex tomó uno y con la punta de la navaja hizo un pequeño agujero, probó un poco y luego lo escupió en un pañuelo que tenía.

—Cocaina —dijo.

—¿Qué! —dije sorprendida.

—20 ovoides de cocaina pura —dijo, tomó el teléfono y marcó un número —. Señor, necesito que venga urgente —luego colgó —. Necesito que me cuentes todo.

—Bueno —dije, en eso entro un hombre alto, cabello corto, casi rapado y canoso, ojos marrón oscuro y piel blanca.

—¿Cual es la urgencia oficial Danvers? —preguntó el hombre con una voz ronca.

—Esto es lo que pasa —contestó Alex mostrándole los ovoides, el hombre tomó el mismo que había abierto Alex y lo probó.

—Cocaina, ¿cómo llegó todo esto aquí?

—Juliana lo trajo —me señaló, el hombre me miró y se apoyo en el escritorio y cruzó los brazos.

—¿Que hacías con esta mercancía, niña? ¿Donde la llevabas?

—No, no, se equivoca, eso no es mío —conteste algo nerviosa —. Lo encontré en el sótano de León Carvajal.

—¿Que hacías tú en el sótano de León Carvajal? —me preguntó con seriedad —. Sabes que entrar a una propiedad sin autorización es delito.

La hija del Pastor [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora